Vv. 11—15. Moisés se había creído antes capaz de liberar a Israel, pero se dio a la tarea con
demasiada prisa. Ahora, cuando es la persona más adecuada para eso, conoce sus propias
debilidades. Este fue el efecto de un mayor conocimiento de Dios y de sí mismo. Anteriormente fue
la confianza en sí mismo mezclada con una firme fe y gran celo; ahora, un pecaminoso desconfiar en
Dios repta disfrazado de humildad; tan defectuosas son las gracias más firmes y los mejores deberes
de los santos más prominentes. Pero todas las objeciones reciben respuesta: “Ciertamente yo estaré
contigo”. Eso basta. Dos nombres por los cuales Dios será ahora conocido. Un nombre que denota
que es en sí: YO SOY EL QUE SOY. Esto explica su nombre Jehová y significa: —1. Que Él es
autoexistente: y tiene su ser de sí mismo. —2. Que es eterno e inmutable y siempre el mismo, ayer,
hoy y por los siglos. —3. Que Él es incomprensible; no podemos, por medios humanos, desentrañar
lo que es: este nombre detiene todas las indagatorias osadas y curiosas acerca de Dios. —4. Que Él
es fiel y veraz a todas sus promesas, inmutable en su palabra como asimismo en su naturaleza; que
Israel sepa esto, YO SOY me ha enviado a ustedes. Yo soy, y no hay nadie fuera de mí. —Todo lo
demás tiene su ser de Dios y es totalmente dependiente de Él. —Además, he aquí un nombre que
denota lo que Dios es para su pueblo. El Señor Dios de vuestros padres me ha enviado. Moisés debe
revivir en ellos la religión de sus padres, que estaba casi perdida; y, entonces, ellos podían tener la
expectativa del cumplimiento rápido de las promesas hechas a sus padres.