Vv. 13—18. Acerca de Zabulón: si la profecía dice que Zabulón será un puerto de barcos,
ciertamente la providencia lo hará así. Dios designa los límites de nuestra habitación. Sabiduría y
deber nuestro es acomodarnos a nuestra suerte y mejorarla; si Zabulón habita en el puerto del mar,
que sea refugio de barcos. —Tocante a Isacar: él vio que la tierra era deleitosa, produciendo no sólo
perspectivas gratas sino buenos frutos para recompensar sus esfuerzos. Veamos, con el ojo de la fe,
que el reposo celestial sea bueno y la tierra prometida deleitosa; esto hará que nuestro servicio
presente sea fácil. —Dan iba a ganar, por artes y política y sorpresa, ventajas contra sus enemigos,
como serpiente que muerde el calcañar del viajero. —Jacob, casi extenuado y listo para desmayar, lo
alivia con estas palabras: “Tu salvación esperé, oh Jehová”. La salvación que esperaba era Cristo, la
Simiente prometida; ahora que él iba a ser reunido con su pueblo, suspira por Aquel a cuyo alrededor
será la reunión del pueblo. Declara sencillamente que busca el cielo, la patria mejor, Hebreos xi, 13,
14. Ahora que va a disfrutar la salvación, se consuela por haber esperado la salvación. Como nuestro
camino al cielo hay que esperar en Cristo, y el cielo, hay que esperarlo como nuestro reposo en
Cristo. Es consuelo del santo moribundo haber esperado la salvación del Señor, pues entonces tendrá
lo que ha estado esperando.