Vv. 1—4. Abram era muy rico: él estaba muy pesado, así es la palabra hebrea; pues las riquezas son
una carga; y los que serán ricos sólo se cargan con barro espeso, Habacuc ii, 6. Hay una carga de
cuidado al obtener riquezas, miedo de perderlas, tentación de usarlas, culpa por abusar de ellas, pena
por perderlas, y un peso de la rendición de cuentas que, por último, debe ser dada por ellas. Sin
embargo, Dios en su providencia a veces hace ricos a los hombres buenos, y de este modo la
bendición de Dios hizo rico a Abram sin penas, Proverbios x, 22. Aunque es difícil que un rico entre
al cielo, en algunos casos puede ser, Marcos x, 23, 24. Vaya, la prosperidad externa, si es bien
administrada, es un ornamento de la piedad y una oportunidad para hacer más bien. —Abram se fue
a Betel. Su altar no estaba así que no puede ofrendar sacrificio; pero invocó el nombre del Señor. Es
más fácil encontrarse un hombre vivo sin respirar que uno del pueblo de Dios sin orar.