V. 22. La fe de Noé triunfó sobre todos los razonamientos corruptos. Armar un edificio tan
grande, como nunca antes había visto, y proporcionar comida para las criaturas vivas, iba a requerir
de él mucha dedicación, trabajo y gastos. Sus vecinos se iban a reír de él. Pero todas esas objeciones
superó Noé por la fe; su obediencia era pronta y resuelta. Habiendo empezado a construir, no lo dejó
hasta que hubo terminado: así hizo él y así debemos hacerlo nosotros. —Tuvo temor del diluvio y,
por tanto, preparó el arca. En la advertencia dada a Noé hay una advertencia aún más solemne dada a
nosotros: huir de la ira venidera que raerá el mundo de los incrédulos arrojándolos al abismo de la
destrucción. Cristo, el verdadero Noé, que nos consolará personalmente, ya preparó el arca por sus
sufrimientos y bondadosamente nos invita a entrar por fe. Mientras dure el día de su paciencia,
oigamos y obedezcamos su voz.