Vv. 21—24. Enoc fue el séptimo contando desde Adán. La piedad es caminar con Dios: lo cual
muestra la reconciliación con Dios, pues dos no pueden andar juntos si no estuvieren de acuerdo,
Amos iii. 3. Incluye todas las partes de una vida santa, recta y sobria. Caminar con Dios es tener a
Dios siempre delante de nosotros, actuar como estando siempre bajo su mirada. Es preocuparse
constantemente de agradar a Dios en todas las cosas y en nada ofenderle. Es ser seguidores de él
como hijos amados. El Espíritu Santo dice que caminó Enoc con Dios en lugar de decir vivió Enoc
(con Dios). Esta fue su preocupación y trabajo constante; mientras los demás vivían para sí mismos
y el mundo, él vivió para Dios. Era el gozo de su vida. —Enoc fue llevado a un mundo mejor. Como
él no vivió como el resto de la humanidad, él no salió del mundo por la muerte, como los demás. No
fue hallado porque lo traspuso Dios, Hebreos xi, 5. Él había vivido sólo 365 años que, según la edad
de los hombres de aquel entonces, era solo la mitad de la vida de ellos. A menudo Dios se lleva más
pronto a los que Él ama; el tiempo perdido en la tierra lo ganan en el cielo, inefable ventaja para
ellos. Vea cómo se expresa la trasposición de Enoc: desapareció porque le llevó Dios.
Ya no estuvo más en este mundo; fue transformado, como lo serán todos los santos que estén
vivos en la segunda venida de Cristo. —Quienes empiezan a caminar con Dios cuando son jóvenes
tienen la esperanza de caminar con Él larga, cómoda y servicialmente. La marcha constante en
santidad del cristiano verdadero, por muchos años, hasta que Dios lo lleve, es la mejor
recomendación para la religión a la que muchos se oponen y contra la cual muchos abusan. Caminar
con Dios concuerda bien con las preocupaciones, consuelos y deberes de la vida.