Vv. 25, 26. Nuestros primeros padres fueron consolados en su aflicción por el nacimiento de un
hijo, al que llamaron Set, esto es: ‘sustituto’, ‘establecido’ o ‘colocado’; en su simiente la humanidad
continuaría hasta el fin del tiempo, y de él descendería el Mesías. Mientras Caín, la cabeza de la
apostasía, es hecho un errante, Set, de quien iba a venir la iglesia verdadera, es uno establecido. En
Cristo y su iglesia está el único establecimiento verdadero. Set anduvo en los pasos de su martirizado
hermano Abel; fue partícipe de una fe igualmente preciosa en la justicia de nuestro Dios y Salvador
Jesucristo y, así, llegó a ser un nuevo testigo de la gracia e influencia de Dios Espíritu Santo. Dios
concedió a Adán y Eva que vieran el avivamiento religioso en su familia. —Los adoradores de Dios
empezaron a hacer más en religión; algunos, por una profesión franca de la verdadera religión,
protestaban contra la maldad del mundo circundante. Mientras peores sean los demás, mejores
debemos ser nosotros, y más celosos. Entonces empezó la distinción entre profesantes y profanos, la
cual ha seguido desde entonces y seguirá mientras haya mundo.