Vv. 1—7. Cuando nació Caín, Eva dijo: He engendrado un varón del Señor. Quizá pensó que era la
simiente prometida. De ser así, tuvo una amarga desilusión. Abel significa vanidad: cuando ella
pensó que tenía la simiente prometida en Caín, cuyo nombre significa posesión, ella se absorbió
tanto con él que otro hijo era como vanidad para ella. —Fíjese que cada hijo tenía un llamamiento.
La voluntad de Dios para todos es que cada uno tenga algo que hacer en este mundo. Los padres
deben criar a sus hijos para trabajar. Déles una Biblia y un llamamiento, decía el buen señor Dod, y
Dios sea con ellos. Podemos suponer que, después de la caída, Dios mandó a Adán que derramara la
sangre de animales inocentes y, una vez muertos, quemara parte o todo los cuerpos con fuego. Así
fueron prefigurados el castigo que merecen los pecadores, esto es, la muerte del cuerpo, y la ira de
Dios, de la cual el fuego es un emblema bien conocido, además de los sufrimientos de Cristo.
Observe que la adoración religiosa de Dios no es un invento nuevo. Fue desde el comienzo; es el
buen camino antiguo, Jeremías vi, 16.
Las ofrendas de Caín y Abel fueron diferentes. Caín demostró un orgulloso corazón incrédulo.
En consecuencia, él y su ofrenda fueron rechazados. Abel llegó en calidad de pecador y, conforme a
lo establecido por Dios, por medio de su sacrificio expresaba humildad, sinceridad y obediencia y fe.
De este modo, al buscar el beneficio del nuevo pacto de misericordia, por medio de la Simiente
prometida, su sacrificio tenía una expresión que Dios aceptó. Abel ofrendó en fe pero no Caín,
Hebreos xi, 4. En todas las épocas ha habido dos clases de adoradores, a la manera de Caín y Abel; a
saber, los orgullosos y endurecidos que desprecian el método de salvación del evangelio, que
intentan agradar a Dios con métodos diseñados por ellos mismos; y, los creyentes humildes que se
acercan a él por el camino que él ha revelado. —Caín se entregó a la ira maligna contra Abel.
Albergó un espíritu maligno de descontento y rebelión contra Dios. Dios nota todas nuestras
pasiones y descontentos pecaminosos. No hay mirada de enojo, envidia o de fastidio que escape a su
ojo vigilante. El Señor razonó con este hombre rebelde; si tomaba el camino correcto, sería aceptado.
Algunos entienden esto como un anuncio de misericordia. “Si no hicieres bien, el pecado, esto es, la
ofrenda por el pecado está a la puerta y tú pudieras beneficiarte de ella”. La misma palabra significa
pecado y sacrificio por el pecado. “Aunque no hayas hecho bien, no te desesperes todavía; el
remedio está a la mano”. Se dice que Cristo, la gran ofrenda por el pecado, está a la puerta,
Apocalipsis iii, 20. Bien merecen perecer en sus pecados los que no van a la puerta a pedir el
beneficio de esta ofrenda por el pecado. La aceptación de la ofrenda de Abel por parte de Dios no
cambió el derecho de primogenitura haciéndolo suyo; entonces, ¿por qué había de enojarse tanto
Caín? Los apasionamientos e inquietudes pecaminosas se desvanecen cuando se busca en forma
estricta y justa la causa.