Vv. 16—19. Por su pecado la mujer es condenada a un estado de pesar y sumisión; castigo
adecuado de ese pecado en que ella procuró satisfacer la concupiscencia de los ojos y de la carne, y
su orgullo. El pecado trajo dolor al mundo; hizo del mundo un valle de lágrimas. No es de extrañar
que nuestros dolores se multipliquen cuando nuestros pecados se multiplican. Él se enseñoreará de ti,
es sólo el mandamiento de Dios: Esposas, someteos a vuestros maridos. —Si el hombre no hubiera
pecado, siempre se hubiera enseñoreado con sabiduría y amor; si la mujer no hubiera pecado, ella
siempre hubiera obedecido con humildad y mansedumbre. Adán culpó a su esposa, pero aunque
había sido falta suya el convencerlo para que comiera el fruto prohibido, fue falta de Adán el haberle
hecho caso. Así que las frívolas excusas de los hombres se volverán contra ellos en el día del juicio
de Dios. Dios puso marcas de desagrado en Adán. —1. Maldice su habitación. Dios dio la tierra a
los hijos de los hombres para que fuera una morada cómoda, pero ahora está maldita por el pecado
del hombre. Sin embargo, Adán mismo no es maldecido, como lo fue la serpiente, sino tan sólo el
suelo por amor a él. —2. Sus esfuerzos y placeres le son amargos. El trabajo es nuestro deber y
debemos realizarlo fielmente; es parte de la sentencia del hombre, cosa que la ociosidad desafía
atrevidamente. La incomodidad y el cansancio en el trabajo son nuestro justo castigo, al cual
debemos someternos con paciencia, puesto que son menos que lo merecido por nuestra iniquidad. El
alimento del hombre se le volverá desagradable. Pero el hombre no es sentenciado a comer polvo
como la serpiente, solamente a comer la hierba del campo. —3. Su vida también es acortada; pero
considerando cuán llenos de problemas están sus días, es un favor que sean pocos. La muerte es
espantosa por naturaleza, a pesar de que la vida es desagradable, y con eso concluye el castigo. El
pecado introdujo la muerte al mundo: si Adán no hubiera pecado, no habría muerto. Él cedió a la
tentación pero el Salvador la resistió. ¡Cuán admirablemente la satisfacción de nuestro Señor Jesús,
por su muerte y sufrimientos, respondió a la sentencia dictada contra nuestros primeros padres!
¿Entraron los dolores de parto a causa del pecado? Leemos del fruto de la aflicción del alma de
Cristo, Isaías, liii, 11; y los dolores de la muerte que lo retuvo, son así llamados, Hechos ii, 24.
¿Entró el quedar bajo la ley con el pecado? Cristo nació bajo la ley, Gálatas iv, 4. ¿Entró la
maldición con el pecado? Cristo fue hecho maldición por nosotros, y murió una muerte maldita,
Gálatas iii, 13. ¿Vinieron las espinas con el pecado? Él fue coronado con espinas por nosotros. ¿El
sudor llega a causa del pecado? Él sudó por nosotros, y su sudor fue como grandes gotas de sangre.
¿Llegó el dolor con el pecado? Él fue un varón de dolores; en su agonía su alma estuvo sobre manera
dolorida. ¿Vino la muerte con el pecado? Él se hizo obediente hasta la muerte. Así, la venda es tan
grande como la herida. Bendito sea Dios por su Hijo nuestro Señor Jesucristo.