“Dios le dijo: «Te hice padre de muchas naciones». Eso sucedió porque Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y crea cosas nuevas de la nada”. Romanos 4:17 (NTV)
Tus palabras tienen un poder enorme. Si vas a convertirte en una mujer o un hombre de fe, tienes que cambiar tu forma de hablar. Tienes que anunciarlo para poder experimentarlo.
A veces, hablar con fe parece totalmente tonto, arrogante y fuera de este mundo, para las personas que no entienden la fe. Abraham sabía de esto. Dios vino a Abram un día y le dijo: “Abram, voy a cambiar tu nombre de Abram a Abraham”. Abraham significa “el padre de una gran nación”.
Solo había un problema: Abraham tenía 99 años y no tenía hijos. Probablemente fue ridiculizado sin piedad por su nombre. Pero Dios dice que no vivimos en el mundo de la realidad humana. Vivimos en el mundo de la realidad espiritual. Cuando ves el mundo con ojos espirituales, no lo ves como es, sino como puede ser, como debe ser y como Dios quiere que sea.
Romanos 4:17 dice que Dios “Dios le dijo: «Te hice padre de muchas naciones». Eso sucedió porque Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y crea cosas nuevas de la nada” (NTV). Eso se llama hablar con fe: lo anuncias para experimentarlo.
Sin embargo, es posible que escuches a algunas personas decir: “Simplemente lo digo como es”. Critican y menosprecian. Pueden ser bastante negativos, porque hay muchas razones en el mundo para ser negativos.
Esa es una forma de hacerlo. Pero hay otra forma mejor. En lugar de decirlo como es, ¡puedes decirlo como podría ser! Decirlo como es nunca ha cambiado a nadie. Solo pone a la gente a la defensiva.
Por ejemplo, podrías decirle a alguien: “Eres un pésimo padre. No pasas tiempo con tus hijos porque tu carrera es más importante”. Pero cuando etiquetas a alguien, lo empeoras.
En su lugar, podrías decir: “Veo en ti el potencial de la grandeza. Si dejas que Jesucristo tome el control de tu vida, no serás perfecto, pero puedes convertirte en un hombre de carácter piadoso que tus hijos admiren”. ¡Ese es el tipo de conversación que motiva al cambio!
Recuerda, no tienes que decirlo como es. Dilo como podría ser, como debería ser, como Dios quiere que sea. Dilo de antemano y con fe y luego observa cómo obra Dios.
Reflexiona sobre esto:
¿Pueden las personas decir por tu lenguaje cotidiano que eres una persona de fe?
¿Quién necesita que hables en su vida con fe y digas lo que podría ser?
¿Qué harás hoy para motivar el cambio en la vida de esa persona a través de tus palabras?