Estudio Biblico
En el pasaje de hoy, la descripción que hace Pablo de su sufrimiento es notable en dos sentidos. Primero, había enfrentado un tormento considerable por su fe. Segundo, se negó a quejarse o a buscar compasión, si todo eso era el precio por servir con pasión a Cristo.
Servimos de acuerdo con la voluntad de Dios, no la nuestra. En el camino de Damasco, Jesús le dijo a Pablo: “Se te dirá lo que debes hacer” (Hch 9.6). Debemos buscar la dirección y el tiempo del Señor, en vez de elegir el ministerio que nos parezca mejor. Dedicarse a hacer lo que Él pide requiere valentía; cualquier cosa menos equivale a limitar nuestra obediencia.
Servimos conforme a nuestros dones, no a nuestras habilidades innatas. Un don espiritual es el regalo especial que Dios nos da para servirle. Las habilidades pueden ser útiles en su obra, pero sus dones nos equipan para el éxito. No fue su habilidad innata lo que hizo de Pablo un predicador efectivo. De hecho, habló de la inutilidad de sus habilidades y de su formación, en comparación con el conocimiento de Cristo y de su servicio a Él (Fil 3.4-9).
Debemos servir enfocándonos en Dios, no en el trabajo. Pablo se destacaba por mantenerse centrado en Cristo, pero aquí es donde muchas personas fallan. Somos atrapados por las responsabilidades y los elogios, que pueden hacernos perder de vista el verdadero objetivo: alcanzar a los desvalidos y a los que necesitan a Cristo.
Hacer el “trabajo de iglesia” puede agradar al ego, pero agota al cuerpo. Si nos mantenemos enfocados y servimos con nuestros dones, el servicio será satisfactorio, aunque sea difícil o doloroso.
11:23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.
11:24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.
11:25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;
11:26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;
11:27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
11:28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.
11:29 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?
11:30 Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad.
11:31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento.