GERSON MOREY
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que Él había prometido por medio de Sus profetas en las Sagradas Escrituras. Es el mensaje acerca de Su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne (Ro 1:1-3).
Cuando leemos a Pablo mencionar que Jesús era del linaje de David, debemos preguntarnos: ¿De qué nos sirve saber eso? ¿Cómo nos edifica a los creyentes del siglo XXI entender que Jesús vino del linaje de David?
Afirmar que Jesús proviene del linaje de David hace referencia a que Jesús es el Mesías que Dios había prometido a los judíos. Este texto es una declaración indirecta de la humanidad de Cristo, pero también nos dice algo acerca del carácter de Dios: Él cumple Sus promesas. Dios había prometido un Salvador a Su pueblo (2 S 7:12- 14) y lo cumplió con la llegada de Cristo.
Hasta el día de hoy, Dios no ha cambiado. Él sigue siendo el mismo y continúa cumpliendo Sus promesas de perdonarnos cuando fallamos, Su promesa de estar con nosotros todos los días, Su promesa de guardarnos hasta el final, Su promesa de hacernos cada día más como Cristo, Su promesa de que volverá por Su iglesia y nos llevará con Él, Su promesa de que viviremos con Él y gozaremos eternamente de Él.
Esa es la tierna y preciosa implicación de decir que Cristo viene del linaje de David según la carne: Dios cumple Sus promesas.
Vivimos días en que los compromisos no se honran, la deslealtad es la moneda corriente y las promesas de los hombres no se cumplen. Pero nosotros como creyentes tenemos algo firme para apoyarnos y una preciosa esperanza en la cual descansar: el Dios que hace promesas y las cumple es también nuestro Dios. El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo es quien nos salva, nos guarda y nos preservará hasta el final conforme a Su promesa. En Él tenemos a alguien seguro en quién apoyar nuestra vida. ¡Él sigue cumpliendo Sus promesas!