Estudio Biblico
miércoles, 23 de noviembre de 2016El nuevo nacimiento: La parte suyaDespués de leer las dos últimas meditaciones devocionales es posible que usted se esté diciendo: “Quiero nacer de nuevo. ¿Qué debo hacer, entonces?” O tal vez quiera explicar el nuevo nacimiento a otra persona, pero no está seguro de cómo hacerlo. Para tener las respuestas, la lectura de hoy es un buen lugar para comenzar. ¿Cuál es nuestra responsabilidad en la experiencia del nuevo nacimiento? En Juan 3 no hay nada acerca de la conducta ni de acciones que debamos tomar. En vez de esto, encontramos a Jesús afirmando que todo aquel que en Él crea será salvo y tendrá vida eterna. En esencia, lo que Jesús dice es: ¿Quieres nacer de nuevo? Debes poner tu fe en mí. Esto significa creer que Él es exactamente quien dice ser: el Hijo de Dios. Significa creer que cuando Jesús fue a la cruz, murió por nuestros pecados. Significa creer que Él es el Señor y Dueño de nuestra vida. Significa rendirse por completo a Él. El nuevo nacimiento describe algo que produce un cambio radical en nosotros por el cual nuestro espíritu es cambiado. Tan pronto como ponemos la fe en Jesús, el Espíritu Santo viene a habitar en nosotros. A partir de ese momento, al cooperar con el Espíritu del Dios que vive en nosotros, nuestra conducta comenzará a cambiar porque una nueva persona está al mando. Si usted está dispuesto a orar y pedirle a Jesús que produzca la experiencia del nuevo nacimiento en su vida, puede confiar en su promesa de que Dios no rechazará a nadie que se acerque a Él. (Lea Juan 6.37). Él nunca ha dicho “no” a una persona que desee nacer de nuevo. Ese es su regalo para todos los que estén dispuestos a creer. |
3:15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
3:18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.