SUSI BIXBY
Debería existir un juego de conocimiento general, de esos que pasan en la televisión, diseñado especialmente para padres. Mamá y papá deben ser expertos en muchas áreas hasta el punto de superar a cualquier profesional, ¿no crees? ¿En qué otra labor respondes preguntas sobre misiones espaciales, el ombligo de Adán, las canciones de Frozen y la tabla de multiplicación en los mismos diez minutos?
Ser padre o madre es toparse todos los días con tu conocimiento limitado, tu energía agotada, y tu propia necesidad de consejería mientras intentas ofrecérsela a tu hijo. Nunca sabemos cuál va a ser la siguiente bomba: «Mami, ¿qué pasa si ya no quiero ser niño? Creo que prefiero ser niña». «Papi, ¿por qué esos dos hombres se están abrazando como tú abrazas a mamá?».
A veces la bomba no viene en forma de pregunta, sino a través de una situación alarmante. Nuestros hijos observan una escena en la calle o ven alguna noticia y sentimos la necesidad de tratar el tema con ellos. Quizá simplemente caemos en cuenta de que nuestros hijos están creciendo en un mundo diferente al que nosotros fuimos expuestos a su edad.
No podemos ignorar la realidad de que cada uno de nuestros hijos será bombardeado por ideas de sexualidad que no concuerdan con las Escrituras.
¿Cómo podemos hablar con ellos sobre todo esto?
Parámetros divinos
El mejor marco dentro del cual hablar con los hijos sobre la homosexualidad es un entendimiento bíblico de los parámetros que Dios estableció en Su creación y diseño original (Gn 1-2).
Tenemos que ser proactivos al establecer fundamentos bíblicos en la vida del hogar. Esto no se hace en el momento en que un niño de once años llega con una pregunta incómoda, sino que se desarrolla a lo largo de la vida. Debemos cultivar el hábito de hablar continuamente sobre el mundo bajo la autoridad y diseño de Dios en cada área de la vida.
Entonces, cuando surjan situaciones complejas o dudas más específicas, tendremos una base sobre la cual construir en la mente y el corazón de nuestro hijo. Una parte importante de ese fundamento es lo que nuestros pequeños piensan sobre Dios y cómo responden a Él. Al final, esto determinará la manera en que filtran y responden a los mensajes a su alrededor.
Palabras bíblicas
Nuestra cultura tiene un vocabulario cada vez más amplio para los asuntos de la vida sexual. Los padres creyentes tenemos la responsabilidad de proveer a nuestros hijos un vocabulario bíblico sobre la homosexualidad, el deseo sexual, el amor verdadero, la aceptación, la lujuria, el bien y el mal, la unidad familiar, la rendición de cuentas, la felicidad y la tristeza, las emociones y sentimientos, y muchas cosas más.
Esto es parte de pensar como Dios piensa y es una protección contra las mentiras que Satanás cuenta al utilizar esa terminología sutil tan popular en nuestros días.
Sugiero algunos pasajes para considerar y posiblemente estudiar en familia, según la edad de tus hijos, para ir construyendo un vocabulario y una cosmovisión bíblica:
Génesis 1-3 (diseño original, caída y maldición)
Romanos 1-3 (homosexualidad, evangelio)
1 Corintios 13 (amor verdadero)
Efesios 1 (aceptación en Cristo)
Efesios 5-6 (amor verdadero vs. inmoralidad, matrimonio y vida familiar)
Salmo 73, 74, 75, 84 (emociones y sentimientos)
Preguntas compasivas
Es triste observar cómo la comunidad cristiana no se ha caracterizado por mostrar compasión y amor genuino hacia los que luchan con deseos homosexuales o dudan de su orientación sexual.
Una de las mejores maneras de llegar al corazón de cualquier persona es hacer preguntas que producen apertura y confianza. Mostrar una actitud de superioridad y juicio aleja a las personas y cierra su corazón.
Hay momentos para que los padres y líderes instruyan a los jóvenes. Pero un momento de duda o incertidumbre sobre la sexualidad no es el tiempo para un discurso duro y un castigo severo. Es tiempo para acompañar y guiar en un proceso de identificar la fuente de confusión, el verdadero deseo no-satisfecho que está debajo de la superficie, los temores que aún no se han expresado y las inseguridades que sacuden a muchos jóvenes. Un adulto que emana una actitud de juicio y condenación jamás ganará la confianza y vulnerabilidad de su hijo o hija.
Los mismos principios mencionados se aplican si tu hijo está contándote sobre un amigo que está confundido. En muchos casos, la solución ideal no es prohibir el contacto inmediato con ese amigo. Mejor invítale a la casa y ofrece hablar con este joven, equipa a tu hijo para responder bíblicamente a su amigo y mantente muy al tanto de la relación. De esta manera dejarás claro que la confusión sobre la orientación sexual —e incluso un estilo de vida inmoral— no te deja fuera de alcance del poder salvador del evangelio.
Promesas alentadoras
Hoy en día observo mucho desaliento entre los padres cristianos producto del panorama tan desolador que el mundo ofrece en cuanto a la sexualidad. Cuando nuestros hijos perciben nuestra desesperanza y hasta pánico, fácilmente pueden responder de la misma manera. Pueden sentir que la lucha es demasiado grande y que no vale la pena continuar resistiendo.
Nuestros hijos necesitan padres que confíen plenamente en el poder de la Palabra del evangelio de Jesucristo para transformar mentes, corazones y cuerpos que luchan contra el pecado sexual. ¿Tus palabras y actitudes inspiran esperanza en tus hijos? ¿Ellos detectan que ya casi te has dado por vencido en la batalla tan grande que la iglesia de hoy libra contra la ideología de género y la revolución sexual?
Cristo prometió terminar la obra que empezó en nosotros (Fil 1:6). Nos ha regalado la institución del matrimonio como una hermosa metáfora de su relación con su iglesia (Ef 5:21-33). Él nos insta a perseverar gozosamente en santidad en un planeta roto por el pecado, porque aquí no viviremos el fin de la historia. Nos espera un nuevo cielo y una nueva tierra donde toda lágrima se secará y todo será hecho nuevo. ¡Esto incluye cuerpos nuevos y deseos nuevos! (Ap 21:1-4).
Gózate en el privilegio de mostrar a tus hijos un camino mucho mejor que el que el mundo está tomando. Servimos a un Dios mucho mejor que cualquier cosa que el mundo ofrece.