Es fácil evitar cosas en la vida con las que deberíamos estar lidiando. En lugar de perdonar a las personas que nos han hecho mal y seguir adelante, rechazamos el dolor. O tal vez necesitamos disculparnos y arreglar las cosas con alguien, pero eso es incómodo, así que seguimos posponiéndolo. Tal vez se abre una nueva puerta, y sabemos que es una oportunidad dada por Dios, pero tenemos miedo y nos sentimos no calificados. En lugar de confrontar nuestro miedo, huimos de él. Algunas personas pasan toda su vida corriendo, huyendo de lidiar con su temperamento, huyendo de volver a estar en forma, huyendo del llamado de Dios en su vida.
Mientras estés huyendo, te perderás la grandeza que Dios puso en ti. No puedes conquistar lo que no enfrentas. Con demasiada frecuencia estamos consolando lo que deberíamos estar confrontando. Estamos haciendo listas de excusas. Pero no puedes huir de todo lo que es incómodo. No puede ignorar los problemas, esconderlos debajo de la alfombra y pensar que desaparecerán. Cuando te vuelves honesto contigo mismo, cuando confrontas lo que sabes que debes enfrentar, puede ser incómodo, pero Dios te da la gracia, la fuerza y el poder para hacer lo que no podrías hacer por tu cuenta.
Cuando David vio a Goliat en el campo de batalla, todo en su mente le decía: "Es demasiado grande. Será mejor que corras hacia el otro lado, como lo hacen todos los demás en el ejército". Pero la Escritura dice: "David corrió rápidamente para atacar a Goliat" (1 Samuel 17:48). David sabía que si no confrontaba a este gigante, si no enfrentaba su miedo, perdería su destino. Estaba incómodo, sus emociones no lo apoyaban y fue difícil, pero mientras corría hacia el gigante, comenzó a sentir una fuerza que nunca había sentido, una confianza, audacia y habilidad. Arrojó la roca y derrotó a Goliat. Cuando corres hacia tus gigantes, Dios hará que sucedan cosas que tú no podrías hacer que sucedieran. Cuando corres hacia lo que sabes que debes enfrentar, estás corriendo hacia tu propósito.
No tomes el camino fácil y te pases la vida huyendo de tu pasado, huyendo de los errores, huyendo de las personas que te hicieron mal, huyendo de los miedos, de la inseguridad, del orgullo. Dios está diciendo que es hora de dejar de correr. Enfréntate a esos gigantes. Enfrenta lo que has estado ignorando. Al otro lado de ese gigante hay un nuevo nivel de tu destino. Al igual que con David, cuando Dios te vea hacer un movimiento para comenzar a correr hacia lo que te está obstaculizando, para lidiar con lo que has estado ignorando, Dios soplará sobre tu vida y no será tan difícil como crees. Él irá delante de ti y te llevará a niveles que nunca has soñado.