DAVE KRAFT
El problema
Enfrentamos un problema en la cultura acelerada, en cambio constante y totalmente caótica que nos rodea, que no nos deja tiempo para recuperar el aliento. El problema con el que todos lidiamos hasta cierto punto es que hemos olvidado cómo honrar el concepto del sabbat.
Desde la creación, el Señor nos ha mandado y amonestado a construir buenos ritmos de trabajo y descanso. Para empezar, nos ha pedido trabajar seis días y descansar el séptimo. La conectividad constante de nuestros juguetes tecnológicos, junto con la presión de trabajar más rápido y mejor para mantener nuestros trabajos, ha hecho que nos olvidemos de cómo descansar.
Creo que sigue siendo mejor tomarse un día libre y divorciarse por completo del trabajo, lo cual no hay duda de que se está volviendo cada vez más difícil. Pero aún más difícil que eso es aprender a practicar el principio del sabbat todos los días, no solo un día a la semana.
No es una buena idea trabajar de doce a quince horas al día, matarnos y luego tomarnos un día libre. La clave es establecer ritmos diarios de trabajo/descanso para que nos quede algo de energía en nuestros días libres.
Jesús habla de este tema en Mateo:
«Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera» (11:28-30).
En The Message Paraphrase (una paráfrasis del texto bíblico en Inglés) dice:
«Camina conmigo y trabaja conmigo; observa cómo lo hago. Aprende los ritmos no forzados de gracia. No te pondré nada pesado o que no sea apropiado. Quédate conmigo y aprenderás a vivir libre y ligeramente» (trad. libre).
Me encanta la idea de los ritmos de gracia no forzados. Quiero crecer en ese aspecto. Creo que todos nosotros afirmaríamos que deseamos esto para nuestras vidas y las vidas de aquellos a quienes amamos.
Paradas de descanso
La mayoría de las personas que conocemos están abrumadas y tienen muchos compromisos. Cuando me encuentro con una persona a la que no he visto en mucho tiempo y le pregunto cómo está, a menudo escucho:
Estoy muy cansado.
Estoy exhausto.
Estoy tan agotado.
Al preguntar a alguien cómo le va, sería bueno poder escuchar en su lugar:
Estoy muy bien.
Tengo mucho tiempo para la familia.
Me va bien practicando momentos de sabbat.
Estoy teniendo un sueño reparador y adecuado.
Sé honesto contigo mismo. ¿Estás quizás yendo demasiado rápido y tratando de hacer demasiado, violando así el concepto del día de reposo semanal y diario?
Un versículo de un salmo que genuinamente habla a mi corazón sobre el tema de estar abrumado es el siguiente:
«Tú escudriñas mi senda y mi descanso, Y conoces bien todos mis caminos» (Sal 139:3).
Hace años memoricé ese versículo de la Nueva Biblia Viva, que lo expresa de esta manera:
«Trazas la senda delante de mí, y me dices dónde debo descansar. Cada momento sabes dónde estoy» (trad. libre).
Mientras transito por la carretera de la vida, Dios tiene paradas de descanso que quiere que tome. Él llama a esto practicar el sabbat, no solo como un día, sino también como un principio de vida. Pero en mi deseo de hacer más y más cosas, vuelo las paradas de descanso, mantengo el pie en el acelerador y termino sufriendo las consecuencias. ¡Y las sufrí!
Cuando tenía 25 años, trabajaba 60 horas a la semana y tenía algo que hacer casi todas las noches. Experimentaba un malestar estomacal constante y me pasaba el día tomando antiácidos. Pensé que tenía una enfermedad grave de algún tipo (úlceras sangrantes o cáncer de estómago). Después de algunas pruebas, me senté con mi médico y me dijo que tenía que reducir la velocidad o si no… Ni siquiera quería pensar en lo que podría significar «o si no». ¡Por la gracia de Dios, he podido abordar este problema en mi vida y ver un cambio real!
¿Estar abrumado y Andar con el tanque vacío se ha convertido en la nueva norma? ¡Espero que no!
¿Y tú? ¿Te sientes (la mayor parte del tiempo o una gran parte de él) abrumado, con muchos compromisos, con exceso de trabajo? ¿Qué hay de las personas cercanas a ti? ¿Se sienten abrumadas?
Causas fundamentales del agotamiento
¿Qué causa este tipo de epidemia de cansancio hasta los huesos? Aquí hay algunas cosas que me vienen a la mente:
1. No estás tomando suficiente tiempo para sentarte a los pies de Jesús
Un buen lugar para comenzar es sacar tiempo a diario para leer, estudiar, memorizar y meditar en la Palabra de Dios, combinado con tiempo para alabar y orar. ¿Tienes un plan sobre cómo hacer esto? ¿Jesús está recibiendo tus sobras o los primeros frutos de tu mejor momento?
2. Estás teniendo dificultades para decir «no»
Los cristianos son servidores de corazón. Se sienten llamados a ayudar a las personas y a tratar de satisfacer sus necesidades, que son infinitas e inagotables. Tenemos capacidad, tiempo y regalos limitados. Necesitamos aprender a establecer límites, reconocer nuestras limitaciones y crear un margen en nuestras vidas. No podemos y no debemos estar a la entera disposición de cada persona que tenga una necesidad. Aun Jesús, a veces, dejaba a las personas necesitadas y desaparecía para estar solo (ver Lucas 5:15,16).
3. Estás yendo muy rápido y pareciera que no puedes reducir la velocidad
Muchos de nosotros nos movemos a un ritmo descabellado y trabajamos demasiadas horas. Nos encanta trabajar y, en muchos casos, obtenemos nuestro sentido de autoestima a través de nuestro trabajo. En la novela El intermediario de John Grisham, uno de los personajes dice algo como: «He estado allí (Washington, D.C.). Nunca había visto tanta gente corriendo, sin ir a ninguna parte. No entiendo el deseo de una vida tan agitada. Todo tiene que ser tan rápido: trabajo, comida, sexo». Eso describe a muchos estadounidenses: van a una velocidad vertiginosa y no siempre saben por qué. Uno de los resultados es que (lento pero seguro) nos estamos volviendo adictos a la velocidad y al estar ocupados, y a veces ni siquiera somos capaces de desacelerarnos.
4. No te estás tomando el tiempo adecuado para pensar de forma estratégica
Para ser honesto, conozco a muy pocos cristianos que son estratégicos en la forma en que asignan su tiempo y energía. La mayoría son reactivos en lugar de proactivos. Todos estamos compuestos por unos pocos temas y debemos apegarnos a nuestra contribución única.
5. No sabes exactamente cómo simplificar y minimizar
La Agenda del Padre
Recientemente, he estado meditando en las palabras de Pablo a Timoteo:
«Lo que recomiendo es que, en primer lugar, hagan oraciones por todos; rueguen y supliquen que Dios tenga misericordia de ellos, y denle gracias. Oren en especial por los gobernantes y por todos los que tienen autoridad, para que en paz y sosiego podamos llevar una vida piadosa y digna» (1 Timoteo 2:1-2).
Charles Swindoll observó una distinción en nuestro ejemplo supremo, Jesús. De alguna manera, Jesús dominó el arte de mantener una perspectiva clara mientras lograba cada uno de sus objetivos (Jn 17:4). Una de las principales razones por las que puede decir que terminó todo lo que el Padre tenía en mente para Él es que simplificó su vida.
Siguió la agenda del Padre en lugar de la agenda de todos los demás. También fijó límites predeterminados. Eligió doce (no mil doscientos) a quienes entrenó para continuar en su ausencia. Se quedó con su conjunto de prioridades sin disculparse, lo que significa que debe haber dicho que no una veintena de veces cada mes.
Equilibraba trabajo y descanso, realización y refrigerio, sin sentir nunca la necesidad de pedir permiso para pasar tiempo en quietud y soledad. Se negó a dejarse distraer por oportunidades tentadoras que consumían energía y tiempo. Era un siervo de su Padre, no un esclavo del pueblo. A pesar de que fue malinterpretado, difamado, mal citado y enfrentado por numerosos enemigos e incluso algunos amigos, se mantuvo firme. Su sencillez lo mantuvo equilibrado.
¿Qué necesitas comenzar a hacer, dejar de hacer o hacer de manera diferente al considerar lo que implica incorporar la práctica del sabbat en tu vida?