Estudio Biblico
La Biblia debe ser el plato fuerte de nuestra dieta literaria. Si en lugar de pasar tanto tiempo en la mesa, lo pasáramos ocupados en la Palabra de Dios, nuestro espíritu y nuestro carácter serían fortalecidos y estarían florecientes. No importa cuáles sean nuestras circunstancias, experimentaremos gozo interior. La satisfacción que se deriva de tener una vida de obediencia no se tiene sin la Biblia.
En la Palabra de Dios encontramos la manera como piensa el Señor, y lo que Él hace. También descubrimos los preceptos para tener una vida exitosa. En realidad, ¿cómo podemos tener fe en Dios si no lo conocemos? ¿Y cómo podemos ser como Jesús, si no practicamos la conducta que Él indica en las Sagradas Escrituras?
Dios dijo a los israelitas que no se desviaran de su Palabra, ni a la derecha ni a la izquierda. Solo una ruta recta haciendo su voluntad se traduciría en éxito, incluso cuando ciudades amuralladas como Jericó fueran un obstáculo (Jos 6.2). Lo que esto significa en términos prácticos es que cada vez que tomemos una decisión debemos examinarla cuidadosamente por medio de lo que sabemos del Señor por la Biblia.
Al enfrentar una crisis, escudriñemos la Biblia para responder, ¿qué quiere el Señor que haga? No vivamos confiando en la opinión de otros, o en nuestra propia inteligencia. Más bien, conformemos nuestra mente, corazón y voluntad a los preceptos bíblicos.
El pan mantendrá su estómago lleno, pero su vida estará vacía sin el diario alimento de la lectura y la meditación. Aprenda a reconocer el hambre espiritual para empezar a deleitarse con la Palabra de Dios.
8:2 Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.
8:3 Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.
8:4 Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.
8:5 Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga.
8:6 Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.