Construir algo puede ser un poco como apuntar al blanco. Tiene una idea en mente, una dirección a seguir, talentos o recursos, como las flechas que un arquero guarda en una bolsa que lleva en el hombro. No quiere desperdiciarlas. Pero si apunta bien y trabaja con el Señor en vez de hacerlo sin Él, los esfuerzos conducen a recompensas. En el designio de Dios, eso también puede significar pasos hacia metas futuras.
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Salmo 127
Contexto
Los “Cánticos graduales” son un grupo de quince salmos que los judíos cantaban durante la peregrinación a Jerusalén para las fiestas religiosas. Uno de ellos, el Salmo 127, trata de la importancia de dejar que Dios nos guíe mientras nos esforzamos hacia el logro de nuestras metas.
Reflexione
¿Hacia qué se dirige usted hoy?
Los eruditos creen que el Salmo 127 fue escrito por el rey David o por su hijo Salomón. Ambos estaban familiarizados con metas y logros: David unió a Israel y encabezó una gran dinastía; su hijo presidió la prosperidad pacífica y construyó un templo maravilloso para el Señor. Ya sea que su objetivo sea cambiar de carrera o descansar más, Dios está interesado en sus planes.
¿Alguna vez ha trabajado “en vano” (Salmo 127.1)? La Concordancia Strong dice que esta frase significa vacío o inutilidad. Describa una ocasión en la que sus esfuerzos resultaron vacíos o inútiles. ¿Cuál fue el costo? ¿Qué aprendió?
El versículo 1 implica que Dios es el constructor, pero también lo es el pueblo: en ambos casos se utiliza la misma forma de banah (que en hebreo significa “edificar”). Piense en un objetivo que tenga, y haga una lista de los aspectos que deba confiarle al Señor.
Imagínese el versículo 1 expresado a la inversa: “Si el Señor edifica una casa, quienes la edifican no trabajan en vano”. Cuando nos preocupamos por buscar la voluntad de Dios antes de hacer planes —y a lo largo del camino— podemos evitarnos muchos dolores de cabeza. El fruto de nuestros esfuerzos no será lo que esperábamos, sino mucho más. Para no perder el ánimo, lea Efesios 3.20, 21.
Continúa la historia
El salmista considera que las bendiciones tienen múltiples propósitos.
La Biblia describe a la diligencia como un “haber precioso” que conduce al honor (Pr 12.27; Pr 22.29), y ve la falta de disciplina como algo que “avergüenza” (Pr 10.5; 2 Ts 3.11). Compare eso con la advertencia contra el “trabajo penoso” (Sal 127.2). El trabajo diligente y la paz gozosa están conectados con una vida consagrada.
Aunque los versículos restantes describen la descendencia como una recompensa de Dios, el apóstol Pablo también afirma el valor de la soltería. (Véase 1 Co 7.1). Los hijos son una de las bendiciones de Dios para los casados, pero considere cómo el principio de Salmo 127.3-5 podría aplicarse en términos más amplios.
¿Cómo son las recompensas de Dios “como flechas en manos del guerrero” (Sal 127.4 NVI)? Lea Salmo 127.5 y considere las maneras en que los dones del Señor podrían no solo defenderle contra los enemigos, sino también edificar su reputación, darle tranquila confianza y ayudarle a hacer algo nuevo.
Reflexione
¿De qué está llena su aljaba?
Las bendiciones —ya sea una familia con salud, un negocio próspero, una habilidad perfeccionada, un año aprendiendo a afrontar las dificultades o cualquier otra cosa— pueden impulsarle al éxito en los tiempos venideros. De hecho, las recompensas de Dios por los esfuerzos o la obediencia en el pasado suelen estar hechas a la medida para los desafíos futuros.
Cuando nos preocupamos por buscar la voluntad de Dios antes de hacer planes —y a lo largo del camino— podemos evitarnos muchos dolores de cabeza.
Profundice
Medite en los aspectos más profundos de este pasaje.
Ya sean las metas grandiosas, como las de David y Salomón, o modestas en comparación, todos las tenemos. Efesios 2.10 dice que Dios ha preparado tareas específicas para que cada uno de sus hijos las lleve a cabo. Descubrir y participar en las “buenas obras” particulares que Él ha planeado para usted le traerá satisfacción, deleite, desafío y regocijo como ninguna otra cosa puede hacerlo. Esto se debe a que las asignaciones del Padre se adaptan a la manera en que su Espíritu Santo nos da dones y talentos. También es la razón por la que el trabajo es diferente para cada cristiano, aunque siempre se beneficia del fruto del Espíritu en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio (cf. Ga 5.22, 23).
Dios prepara las obras que debemos llevar a cabo, pero aceptarlas o no depende de nosotros, como lo es también la manera en que elegimos edificar. ¿Cómo podría tener esto en mente ayudarle a evitar trabajar “en vano” (Sal 127.1)?
Podemos edificar con oro y plata, o podemos utilizar heno y paja. Lo primero tendrá recompensas eternas, pero lo segundo desaparecerá (1 Co 3.12-15). ¿Puede usted encontrar “oro y plata” en sus esfuerzos actuales? ¿Qué le ha mostrado el Salmo 127 sobre la importancia de trabajar con Dios a lo largo de la vida?
Si sigue los planes de Dios, confía en su Espíritu y utiliza sus bendiciones y recompensas, es posible que tenga que seguir trabajando duro. Pero será refrescado por los éxitos y recibirá descanso.