Durante mi niñez participé por algún tiempo en los Boy Scouts. La verdad es que lo hice por curiosidad, pues otros amigos lo eran y me gustaba eso de usar el uniforme y tener algunas aventuras diferentes los fines de semana.
Mi tiempo con ellos fue breve pero intenso. Aprendí muchas cosas prácticas que me han servido hasta hoy y también podría decir que me inculcaron un compromiso firme por el servicio a los demás. La imagen medio caricaturesca de Russell, el niño scout que no se rendía en su deseo de servir al solitario anciano Carl Fredicksen en la película Up, es una demostración de ese espíritu inclinado con fuerza a hacer buenas obras en favor de los demás.
Los humanos no estamos marcados por ese ideal de servicio. La necedad natural está marcada por una carencia casi absoluta de ese espíritu desinteresado de servicio a los que nos rodean. Un necio vive para sí mismo y todo lo que haga será exclusivamente para su propio bienestar. Es incapaz de ver valor alguno en los demás y menos que sean dignos de cualquier tipo de esfuerzo mínimo por su parte.
Lo peor de todo es que esta indiferencia necia está engranada en lo más profundo de nuestros corazones humanos. Esto es así desde los días en que Adán y Eva despreciaron la bondad de Dios al entregarles todo un hermoso planeta a su disposición y quisieron aún más, ¡ser como Dios mismo! Por eso decimos que la necedad es también egoísmo altivo e indiferencia activa en contra de los demás.
Si sabemos que la indiferencia y el egoísmo en contra de los demás es nuestra marca de fábrica, entonces ser sabios es justamente buscar todo lo contrario. El maestro de sabiduría se encarga de mostrar con absoluta claridad lo que nuestro Dios aborrece para que nos esforcemos (sí, que nos esforcemos) en erradicar esas actitudes en nosotros para actuar cómo verdaderos sabios y vivir una vida buena. De seguro habrás notado que el proverbista establece partes del cuerpo humano para ilustrar las acciones odiadas por Dios. Por lo tanto, si quieres ser sabio, procura todo lo contrario a lo que nuestra necedad natural procura hacer con lo que Dios le ha regalado:
Ojos soberbios: No mires o consideres a los demás con desprecio o con un sentido de superioridad.
Lengua mentirosa: Las personas a tu alrededor deben escuchar de tus labios solo la verdad y no engaños esclavizantes.
Manos que derraman sangre inocente: Valora la vida humana y procura su bienestar.
Un corazón que trama planes perversos: Tus intenciones y los propósitos de tu corazón deben ser intencionalmente orientados hacia el bien de nuestro prójimo.
Pies que corren rápidamente hacia el mal: Apresúrate en hacer el bien y buscar la voluntad de Dios.
Un testigo falso que dice mentiras: Debes ser conocido por tu veracidad y fidelidad.
El que siembra discordia entre hermanos: Procura la paz y la unidad en tu comunidad.
Pedro nos demuestra que estas características opuestas a lo que Dios aborrece las vio con creces en nuestro Señor Jesucristo. Al igual que el maestro de sabiduría, el apóstol nos llama a evitar la necedad y procurar la sabiduría siguiendo ese ejemplo magnífico: «Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan sus pasos, el cual no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en su boca; y quien cuando lo ultrajaban no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia» (2:21-23).
Podemos terminar diciéndote simplemente: no seas así como eres, sé sabio como Jesucristo, quien murió para que vivas y cuyas heridas fueron sanidad para ti. Deja la necedad que el Señor aborrece, sigue el ejemplo de Jesucristo y procura ser sabio con todo tu ser y en todas las áreas de tu vida.
Si usted hiciera una lista de las cosas que más quiere en la vida, ¿sería un espíritu de discernimiento una de ellas? El Señor da un gran valor a este atributo, y quiere que todos lo tengamos. Si no lo tenemos, tomaremos decisiones equivocadas. El discernimiento es la capacidad de darse cuenta de lo que no es obvio o evidente. Por ejemplo, ¿puede usted señalar la diferencia entre legalismo y libertad? Dios nos llama a vivir de acuerdo con nuestras convicciones personales, pero no todas ellas son... Ver Mas
Vv. 1—9. Quienes buscan fervorosamente la sabiduría celestial nunca se quejarán de haber perdido su esfuerzo; la libertad del don no elimina la necesidad de nuestra diligencia, Juan vi, 27. —Buscad y hallaréis; pedid y se os dará. Obsérvese a los que así son favorecidos. Ellos son los justos, en quienes es renovada la imagen de Dios que consiste en justicia. Si dependemos de Dios y vamos en pos de la sabiduría, Él nos capacitará para guardar las sendas del juicio. Ver Mas
Vv. 12—19. Si los perezosos deben ser condenados, que nada hacen, mucho más los que hacen todo el mal que pueden. Obsérvese cómo se describe a tal hombre: Dice y hace todo astutamente y con intenciones. Su ruina vendrá sin advertencia y sin alivio. —Aquí hay una lista de cosas que Dios abomina. Son pecados especialmente provocadores para Dios los que son dañinos para el bienestar de la vida humana. Debemos odiar en nosotros lo que Dios odia; es nada odiarlas en los demás. Desechemos todas e... Ver Mas
En algún momento, todos nos hemos sentido confundidos, indecisos o desorientados. Podemos vivir victoriosa y confiadamente solo cuando tenemos la capacidad de ver la vida desde la perspectiva de Dios. Necesitamos su ayuda para poder distinguir entre el bien y el mal, lo bueno y lo mejor, y la verdad y la mentira.Cada día tomamos decisiones, algunas triviales y otras importantes. El Señor no quiere que nos formemos juicios basándonos en simples apariencias o en el limitado razonamiento humano. Di... Ver Mas
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PASAJE BIBLICO
Proverbios 6
6:16 Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma:
6:17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente,
6:18 El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal,
6:19 El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. Amonestación contra el adulterio