Estudio Biblico
Una vez más llega diciembre y todas sus fiestas. No importa en qué lugar del planeta vivas y qué creencias religiosas tengas o no tengas, todos aprovechamos la ocasión para festejar. Hay un montón de elementos y tradiciones alrededor de las fiestas que consumen todo nuestro tiempo, esfuerzo y finanzas: el árbol, los regalos, las comidas típicas (acá habría mucho por mencionar), la familia, los que están y los que no están, los que están peleados, los que vienen antes y los que vienen después de las doce, las bebidas, los cohetes, etc, etc, etc.
Algunos son un poco más conscientes que otros sobre el verdadero motivo de la celebración. Espero que al menos nosotros, los que nos llamamos cristianos, no desviemos nuestra mirada del mensaje que desde el cielo se nos dio: “No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11).
Reflexionando sobre mis actitudes
Estamos bastante familiarizados con los acontecimientos que la Biblia menciona sobre el nacimiento de Jesús. Conocemos las profecías sobre su nacimiento, el anuncio del ángel a María y a José, los pastores, el pesebre, el niño envuelto en pañales y la visita de los sabios de oriente. Sin embargo, muchas veces pasamos por alto la actitud del liderazgo (religioso y político) alrededor de la primera Navidad (y también a lo largo de todo el ministerio de Jesús). Justamente aquellos que estaban más preparados, que conocían y tenían acceso a estudiar y enseñar las Escrituras y que debían guiar al pueblo en eso, fueron los que más lejos de Jesús estuvieron. De ninguna manera quiero pertenecer a ese tipo de liderazgo pero debo esforzarme constantemente para no caer en él.
Tres reacciones distintas ante la noticia del nacimiento de Jesús.
Lee el pasaje de Mateo 2:1-18 y después continuamos… dale… te espero.
1- Herodes: odio y hostilidad.
2- Escribas y principales sacerdotes: total indiferencia.
3- Sabios de oriente: reverencia y adoración.
No quiero ser como Herodes, pero me parezco.
Todos queremos o pretendemos ser como los sabios; o como Zacarías, o José, o María, o los pastores que, a pesar del temor, obedecieron la voz de Dios. Pero la verdad es que muchas veces nuestras actitudes se parecen más a la de los escribas y los principales sacerdote y hasta aún a la de Herodes.
1. Herodes se turbó porque el plan de Dios no era “su plan”.
No podría entender que Dios podía tener un plan y llevarlo a cabo sin necesidad de consultarle a él. El plan de Dios no estaba de acuerdo a sus propios intereses e intenciones.
2. Herodes se turbó porque “su posición” corría peligro.
Esto es cuando uno no reconoce que las autoridades son puestas por Dios…aun él mismo.
Mis deseos para esta Navidad:
NO MÁS HERODES: de ninguna manera quiero seguir teniendo actitudes como las de Herodes. Tampoco la indiferencia de los escribas y principales sacerdotes en el tiempo de Jesús. No soy el dueño de la verdad pero quiero que la Verdad sea mi dueño.
ESCUCHAR A DIOS: Cada vez que enfrente el temor quiero escuchar el “no tengas miedo” que rodea a la Navidad:
– Zacarías se turbó… y el ángel le dijo “No tengas miedo” (Lucas 1:12-13).
– José se turbó… y el ángel le dijo “No tengas miedo” (Mateo 1:19-20).
– María se turbó… y el ángel le dijo “No tengas miedo” (Lucas 1:29-30).
– Los pastores se llenaron de temor… pero el ángel les dijo “No tengan miedo” (Lucas 2:9-10).
– Herodes se turbó…y el ángel no le dijo nada (Mateo 2:3).
COMPARTIR A JESÚS: Navidad es “nacimiento”. SU Nacimiento. El invisible se hizo visible. El Creador una criatura. El Eterno se puso límites. El Todopoderoso se hizo vulnerable. Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. No hay navidad si Jesús no nació en ti; hay muchos que lo necesitan conocer. Por qué, en vez de que Navidad sea una historia de diciembre, no la haces tuya como la historia para ser contada todo el año.
2:2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
2:3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
2:4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
2:5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
2:6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá,No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;Porque de ti saldrá un guiador,Que apacentará a mi pueblo Israel.
2:7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
2:8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
2:9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
2:10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
2:11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
2:12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
2:13 Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.
2:14 Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto,
2:15 y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
2:16 Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos.
2:17 Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo:
2:18 Voz fue oída en Ramá,Grande lamentación, lloro y gemido;Raquel que llora a sus hijos,Y no quiso ser consolada, porque perecieron.