Del pasaje de hoy quisiera rescatar para nuestro devocional lo referente al tema de los perfumes. Estos nacieron ante la necesidad de encubrir aromas corporales naturales y desagradables del ser humano. Para ello utilizaron primero inciensos y luego hierbas, condimentos, flores, raíces, maderas y hasta fluidos de animales.
Esto me hace recordar una porción de la Escritura, que si me permiten parafrasearla un poco, dice: "Porque Jehová no mira -o huele-lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira -huele- el corazón." 1a de Samuel 16:7 RV60 No hay un perfume lo suficientemente caro que pueda encubrir lo que realmente somos delante del Señor. El mira a lo profundo de nuestro ser, nos conoce perfectamente.
De manera que aunque podamos ser mujeres de servicio, ser una entusiasta líder o colaboradora; nada de eso es suficiente para encubrir el verdadero aroma que emana de nuestro ser, nuestras intenciones están al descubierto ante Él. Ya hay un aroma que fue derramado, ya un perfume de gran valor fue vertido en la cruz del calvario. Un aroma de vida, capaz de limpiar, de sanar, de restaurar y hacer nuevas todas las cosas. Junto al cual todo lo demás desvanece ante este precioso aroma que dio y sigue dando vida a cuantos venimos a Él.
Nuestro pasaje de hoy está llamándonos a la cordura, a la sabiduría, a la honestidad con nosotras mismas. Nos invita a dejarnos envolver más y más cada día por ese perfume de amor; nacido en el sacrificio, libre de todo egoísmo, dado sin reservas desde el cielo para los mortales. "Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden..." 2a Corintios 2:15
Hoy nosotras somos portadoras de ese aroma, hemos sido impregnadas desde que le rendimos el corazón y le entregamos nuestra vida. Hoy somos las que llevamos la hermosa encomienda de esparcir ese delicado perfume, somos sus embajadoras. "He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion." Isaías 8:18 Somos esas señales que mencionó el profeta, esos anuncios vivientes para que el mundo vea en nosotras a ese Jesús que sigue derramando su amor entre los hombres. Somos también esas flechas en mano de valiente lanzadas no a la deriva, sino con propósitos eternos dentro de un plan perfecto, establecer el reino de Dios en esta tierra.