Estudio Biblico
Eclesiastés 1:17-18
Muchos de nosotros, por siglos, hemos buscado el significado y sentido de la vida; saber por qué existimos y para que estamos en este mundo.
El rey Salomón no fue ajeno a eso y también se dio el tiempo de estudiar e inquirir de las obras que se hacen debajo del cielo. Pero hay un punto que tenemos que tomar en cuenta, debemos reconocer nuestra necesidad. Podemos conocer mucho del mundo, haber hecho muchas cosas, haber alcanzado títulos, doctorados, etc., pero todo esto es solo sabiduría humana, o como dice el Predicador “Vanidad y aflicción de espíritu”. “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (Ecl.2:11)
Salomón le pidió a Dios que le diera sabiduría, pero la que provenía de Dios. Y Dios se lo concedió y lo dotó de una sabiduría especial, superior a muchos hombres de su época. Pero él mismo se dio cuenta, a partir de la sabiduría que había recibido, que su vida no tenía sentido, que estaba vacía. “Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu” (Ecl.1:17) Ese vacío interior es esa sensación que nos falta algo, que a veces no lo sabemos explicar, nada nos llena, provocándonos una sensación de insatisfacción. El ser humano no puede basar su existencia en sus logros o conocimientos, en la ciencia; eso es pura sabiduría humana. ”Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor” (Ecl.1:18)
Mientras más sabemos, más aumentan nuestro problemas. Todo es tan rápido que la vida se hace insoportable y muchas veces la alegría y la satisfacción no van en proporción al incremento del conocimiento. ¿Cuándo mi vida tendrá sentido? ¿Cuándo me sentiré llena, satisfecha? Aquellos que no tienen una fe salvadora en Cristo, se enfrentan con una vida vacía. Si no hay salvación, y no hay Dios, entonces no solo la vida no tiene caso, sino que no hay propósito ni dirección para ella.
El mundo “bajo el sol”, apartado de Dios, es frustrante, cruel, injusto, breve y carente de sentido. Pero en Cristo, en Él, están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Él es la verdad (Jn.14:6). Coloquemos a Dios en el trono, en el centro de nuestro corazón mis amadas y descubriremos todo lo que Dios quiere que sea nuestra vida, allí nuestro corazón se sentirá satisfecho y el espíritu enriquecido conforme a las intenciones que Dios tiene para nosotros.
1:18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.