Estudio Biblico
“Ahora diles a los israelitas que designen ciudades de refugio, tal como le
indiqué a Moisés”.
JOSUÉ 20:2
Dios le había dicho a Moisés que designara seis “ciudades de refugio,” colocadas en forma estratégica alrededor de la tierra (Números 35:10-15). Esas ciudades les pertenecían a los levitas, que eran los responsables de que se cumpliera la ley. A las personas que habían causado una muerte accidental se les ofrecía refugio en esas ciudades (Josué 20:3), pero no a aquellas que habían cometido un homicidio premeditado (Números 35:16-21). Una vez en esa ciudad segura, el hombre que había matado a alguien sin querer se presentaba ante la comunidad para ser juzgado (Josué 20:6). A los que eran encontrados inocentes se les daba un lugar para vivir entre la gente de allí. ¡Qué figura tan maravillosa! Hay cosas que hacemos que sabemos que están mal y hay pecados que cometemos en forma accidental. Cuando esto sucede, Dios es nuestro juez justo. Nosotras podemos huir a él, porque él ha provisto una “ciudad de refugio” para nosotras.
Poco antes de morir, Moisés le dijo al pueblo de Israel: “El Dios eterno es tu refugio, y sus brazos eternos te sostienen” (Deuteronomio 33:27). Salmos 9:9 nos dice: “El SEÑOR es un refugio para los oprimidos, un lugar seguro en tiempos difíciles.” El profeta Nahúm escribió: “El SEÑOR es bueno, un refugio seguro cuando llegan dificultades” (Nahúm 1:7).
¿Estás pasando por dificultades? ¿Eres una víctima de las circunstancias? ¿Has hecho algo malo por accidente? Entonces, corre a tu “ciudad de refugio.” Dios es esa ciudad y él mismo es tu juez. Habla con él. Tal vez Dios quiera que arregles lo que has hecho mal, que aclares el malentendido o simplemente que esperes con paciencia hasta que pase la tormenta.