LEE: Éxodo 20:1-18; 24:12-18
En los Diez Mandamientos, Dios le dio a Moisés un mensaje muy importante para nosotras. En esas tablas de piedra había escrito diez cosas que él quiere que nosotras hagamos. Esas leyes les fueron dadas a los judíos para que ellos se las dieran al mundo. Aunque algunas personas en la cultura actual no quieran admitirlo, estos Diez Mandamientos forman la base de nuestra sociedad, y son el fundamento de nuestro sistema que mantiene la ley y el orden.
Los Diez Mandamientos se amplían y se explican en los libros de Moisés que forman el Pentateuco. Estos estatutos que exalta el Salmo 119 son las aplicaciones religiosas y civiles de la ley mosaica. La Biblia es un solo libro. El Antiguo Testamento es la preparación para los Evangelios, los cuales contienen la manifestación de la Palabra viva de Dios; los Hechos de los Apóstoles relatan la propagación de su mensaje. Las Epístolas son la explicación; y el Apocalipsis es la culminación de todo. La Biblia es la biblioteca de Dios y, sin embargo, ¡algunas personas jamás la leen!
En Cristo, Dios intervino en la historia humana. El Antiguo Testamento prepara el terreno y el Nuevo Testamento describe los hechos a medida que suceden. Los Diez Mandamientos no son diez sugerencias; son el fundamento de todas las leyes que gobiernan la vida. Tienen que ver con nuestra relación con Dios, nuestra relación con otras personas y aun con nosotras mismas. El Salmo 119 nos dice que las leyes de Dios son buenas, justas y ciertas (Salmos 119:68, 137-138, 151). Jesús dijo: “El cielo y la tierra desaparecerán, pero mis palabras no desaparecerán jamás” (Mateo 24:35). Creo que vale la pena investigar palabras tan sustanciosas, ¿no lo crees tú?