El Amor atesora. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros. - Isaias 66:13
Estudio Biblico
“Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo. . .” (Isaías 66:13)
Cuando David buscó una descripción verbal vívida para expresar lo que se siente al estar completamente en paz, pensó en sí mismo como un niñito que descansaba en el regazo de su madre (Sal. 131:2). Cuando Isaías habló de la restauración de Israel del exilio a su gloria anterior, lo igualó con la sensación de puro gozo y satisfacción que siente un bebé en el pecho de su madre, y dijo que serían «llevados en sus brazos, mecidos en sus rodillas» (Isa.66:11-12, NVI). El amor nos da a cada uno la oportunidad de cuidar a nuestros hijos a medida que crecen. Las mamás pueden tener un temperamento natural y una historia más larga como la parte sustentadora, pero los hombres también son llamados a cuidar. La Biblia también manda a los esposos a cuidar y sustentar a sus esposas con amor tierno (Ef. 5:25-29). Cuando el apóstol Pablo intentó expresar con palabras su amor por las iglesias a las que había ayudado a nacer y donde había servido, dijo que se sentía como «una madre que cría con ternura a sus propios hijos» (1Tes. 2:7). Los padres deberían abrigar el corazón de sus hijos a su manera, prodigándoles habitualmente grandes dosis de consuelo y cuidado con afecto físico y reconfortante.
Puede ser algo tan sencillo como abrazar a tu hijo por encima de los hombros o darle la mano a tu hija. Podría ser abrazarlos mientras miran una película juntos, o guiñarles el ojo y darles un apretón cariñoso en el brazo mientras están en la iglesia. Pero incluso mientras lees esto, quizás sientas algo de rechazo. Tal vez no seas demasiado expresivo. Te resulta más sencillo comunicar amor mediante inclinaciones de cabeza, sonrisas silenciosas y proveyendo el sustento en la mesa. Es comprensible. No todos tienen recuerdos atesorados de haber recibido amor mediante el contacto físico. Y aunque no deberías sentirte presionado a cambiar tu temperamento natural, recuerda que Jesús tocaba a los niños en forma apropiada y los bendecía (Mar. 10:16), y tu hijo quizás esté perdiéndose de esto y anhelando la calidez necesaria que tu toque podría proporcionar.
Quizás esta sea una de las maneras en que Dios traiga sanidad para ayudarte a liberarte de una ofensa perjudicial de tu pasado y la transforme en una bendición saludable y estimulante para tus hijos. La vida puede ser fría e impredecible para nuestros hijos en un mundo cada vez más lóbrego. Cada día, el estrés puede agobiarlos y derribarlos. A veces, el temor y la inseguridad pueden aparecer como el invierno, y derramar una gélida inseguridad emocional sobre sus corazones. Pero tal vez, lo único que se necesita para comenzar el deshielo es un afecto tierno de tu parte, como la persona que Dios llamó para criarlos.
Tu caricia suave sobre la espalda o el consuelo de tu abrazo fuerte podría darles la fortaleza emocional que calma sus preocupaciones y dudas sobre sí mismos. Y lo más probable es que fortalezca el vínculo entre el corazón de ellos y el tuyo. Tus hijos necesitan que los cuides. Y nada lo expresa con mayor calidez que tu toque tierno
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