La enseñanza falsa puede ser un peligro para nuestro andar de fe. Aprendamos a identificar a quienes podrían llevarnos en la dirección equivocada. Los falsos maestros suelen...
BURLARSE DE LA VERDAD. Es decir, atacan o intentan desacreditar la Palabra de Dios o a la Iglesia. Cuando se presenta de una manera apasionada y que suena inteligente, el sentimiento contra la Iglesia puede tentar incluso a las personas más sinceras a dudar de la verdad de las Sagradas Escrituras.
SEGUIR IMPULSOS PERVERSOS. Los falsos maestros escogen versículos para justificar sus acciones y deseos pecaminosos. Para ellos, la interpretación de las Sagradas Escrituras es selectiva.
DIVIDIR A LAS PERSONAS. Intentan parecer superiores a quienes los oyen. Algunos afirman tener una experiencia que los eleva a un “nivel superior”, mientras que otros dicen tener una espiritualidad más avanzada que nadie más podría alcanzar.
TENER UNA MENTALIDAD MUNDANA. A los falsos maestros no les interesa enseñar la Palabra de Dios. Por el contrario, suelen enfocarse en lo que pueden lograr, en cuántas personas los seguirán o cuánto pueden ganar por medio de sus enseñanzas.
Los maestros guiados por el Espíritu reconocen que la humildad y la unidad son clave (Fil 2.1-4). Oremos por discernimiento para distinguir a los verdaderos maestros de los falsos, y para que solo la sana doctrina influencie a la Iglesia (Fil 1.9, 10).