En este salmo tenemos a David que declara cómo intentó regular su casa y gobernar su reino, para detener la maldad y estimular la piedad. También es aplicable a las familias particulares, y es el salmo del jefe de hogar. A todos los que tienen algún poder, sea mucho o poco, enseña a usarlo como para ser terror de los malhechores y alabanza para los que hacen lo bueno. —El tema elegido para el salmo es la misericordia y el juicio de Dios. Las providencias del Señor acerca de su pueblo son corrientemente una mezcla: misericordia y juicio. Dios ha puesto una en contraste con la otra, ambas para hacer el bien, como la lluvia y el sol. Cuando en su providencia nos ejercita con la mezcla de misericordia y juicio, debemos reconocer adecuadamente ambas cosas. Las misericordias de la familia y las aflicciones de la familia son llamados a cuidar la religión familiar. —Los que están en puestos públicos no están por ello excusados de atender el gobierno de su familia; son los más interesados en dar ejemplo de buen gobierno en sus casas.
Cuando el hombre tiene casa propia debe buscar que Dios habite con él; y pueden esperar su presencia los que andan con corazón perfecto, en un camino perfecto. —David resuelve no practicar el mal. Además, resuelve no mantener a los siervos malos ni emplear a los que son malos. No los admitirá en su familia, no sea que diseminen la infección del pecado. Un corazón malo que se complace en airarse y ser perverso, no es apto para la sociedad cuyo vínculo es el amor cristiano. Tampoco tolerará calumniadores, los que se complacen en herir la reputación de su prójimo.
Además, Dios resiste a la gente orgullosa, falsa y engañosa que no tiene escrúpulos para mentir o cometer fraudes. Cada uno sea celoso y diligente para reformar su corazón y sus caminos, y que haga esto temprano; siempre considerando esa mañana futura muy sobrecogedora en que el Rey de justicia cortará de la Jerusalén celestial a todos los malhechores.