Vv. 13—15. No leemos de ninguna aparición de la gloria de Dios a Josué hasta ahora. Ahí se le
pareció como hombre para que se notara. Este Hombre era el Hijo de Dios, el Verbo eterno. Josué le
rindió honores divinos: Él los aceptó, cosa que un ángel creado no hubiera hecho, y Él es llamado
Jehová, capítulo vi, 2. Apareció como viajero a Abraham; a Josué, como un guerrero. Cristo será
para su gente según lo necesite la fe de ellos. Cristo tenía su espada en la mano, desenvainada,
denotando que estaba listo para la defensa y salvación de su pueblo. La espada giraba en todo
sentido. Josué sabrá si Él es amigo o enemigo. La causa entre israelitas y cananeos, entre Cristo y
Belcebú, no permite que ningún hombre rehuse ponerse a favor de uno u otro bando, como podría
hacer en las contiendas del mundo. La pregunta de Josué demuestra un deseo fervoroso de conocer
la voluntad de Cristo y una grata disposición y resolución para hacerla. Todos los cristianos
verdaderos deben pelear bajo la bandera de Cristo, y vencerán por su presencia y ayuda.