Vv. 1—6. Roma parece estar claramente representada en este capítulo. La Roma pagana sometió y
gobernó con poderío militar, no por arte ni halagos. Dejaba, por lo general, que las naciones
siguieran con sus antiguas costumbres y adoración, pero es cosa bien sabida que por administración
política astuta, con toda clase de engaños de injusticia, la Roma papal ha obtenido y mantenido su
gobierno sobre reyes y naciones. —Aquí hubo seducciones por medio de honores y riquezas
mundanales, pompas y orgullo, apropiado para mentes mundanas y sensuales. La prosperidad, la
pompa y el esplendor alimentaron la soberbia, y las concupiscencias del corazón humano, pero no
son una garantía contra la venganza divina. La copa de oro representa las seducciones e ilusiones por
las cuales esta Babilonia mística ha obtenido y mantenido su influencia, y ha seducido a otros para
que se le unan en sus abominaciones. Se la nombra, por sus costumbres infames, la madre de las
rameras; a las que educa en la idolatría y toda clase de maldad. Se llena con la sangre de los santos y
mártires de Jesús. Se embriaga con ella, y le era tan agradable que nunca estaba satisfecha. No
podemos sino maravillarnos por los océanos de sangre cristiana derramados por hombres que se
dicen cristianos; pero cuando consideramos estas profecías, estos hechos espantosos testifican de la
verdad del evangelio. Y cuidémonos todos de una religión espléndida, gananciosa o de moda.
Evitemos los misterios de la iniquidad y estudiemos con diligencia el gran misterio de la piedad para
que aprendamos humildad y gratitud del ejemplo de Cristo. Mientras más procuremos parecernos a
Él, menos obligados estaremos a ser engañados por el anticristo.