Vv. 1—8. Cristo, el Cordero, abre el primer sello. Nótese que sale un jinete en un caballo blanco. Al
salir este caballo blanco parece que la intención es un tiempo de paz, o el progreso temprano de la
religión cristiana; su salida con pureza en el tiempo en que su Fundador celestial mandó a sus
apóstoles a enseñar a todas las naciones, agregando: ¡He aquí!, Yo estoy siempre con vosotros hasta
el fin del mundo. La religión divina sale coronada, teniendo el favor divino sobre ella, armada
espiritualmente contra sus enemigos, y destinada a ser victoriosa al final. —Al abrir el segundo sello,
aparece un caballo bermejo que significa juicios que hacen estragos. La espada de la guerra y la
persecución es un juicio temible; quita la paz de la tierra, una de las mayores bendiciones; y los
hombres que debieran amarse los unos a los otros, y ayudarse los unos a los otros, se dedican a
matarse los unos a los otros. Tales escenas también siguieron a la pura era del cristianismo temprano,
cuando, desechando la caridad y el vínculo de la paz, los líderes cristianos se dividieron entre sí,
apelaron a la espada y se enredaron en la culpa. —Al abrir el tercer sello, apareció un caballo negro:
color que denota luto y ayes, tinieblas e ignorancia. El que lo montaba tenían un yugo [balanza en la
versión 1960 de la Biblia] en su mano. Se hicieron intentos de poner un yugo de observancias
supersticiosas a los discípulos. Al ir fluyendo el torrente del cristianismo y alejándose de su pura
fuente, se fue corrompiendo más y más. Durante el avance de este caballo negro, las necesidades de
la vida estarían a precios exagerados y las cosas más costosas no debían ser dañadas. Conforme al
lenguaje profético, estos artículos significaban el alimento del saber religioso, por el cual se
sustentan las almas de los hombres para la vida eterna; tales como los que somos invitados a
comprar, Isaías lv, 1. Pero cuando se desparraman sobre el mundo cristiano las nubes negras de la
ignorancia y la superstición, denotadas por el caballo negro, el conocimiento y la práctica de la
religión verdadera se vuelve escaso. Cuando la gente odia su alimento espiritual, Dios puede
privarlos, con justicia, de su pan diario. El hambre de pan es un juicio terrible, pero el hambre de la
palabra lo es más. —Al abrir el cuarto sello, salió otro caballo, de color amarillo, pálido. El jinete era
la muerte, el rey de los terrores. Los asistentes o seguidores de este rey de los terrores, el infierno, el
estado de la miseria eterna para todos los que mueren en sus pecados; en las épocas de la destrucción
general, son multitudes las que se van a la fosa sin estar preparados. El período del cuarto sello es
uno de gran carnicería y devastación, que destruye lo que pueda traer felicidad a la vida, asolando las
vidas espirituales de los hombres. Así, pues, el misterio de iniquidad fue completado, y su poder
extendidos sobre las vidas y las conciencias de los hombres. No se puede discernir las fechas exactas
de estos cuatro sellos, porque los cambios fueron graduales. —Dios les dio poder, esto es, los hizo
instrumentos de su ira o de juicios: todas las calamidades públicas están bajo su mando; sólo
avanzan cuando Dios las manda y no van más allá de lo que Él permite.