Vv. 9—12. Debe vigilarse el corazón y la boca. El temperamento y el espíritu de Diótrefes
estaba lleno de orgullo y ambición. Es malo no hacer el bien por nosotros mismos, pero es peor
estorbar a los que hacen el bien. Esas advertencias y consejos son aceptados, más probablemente,
cuando están sazonados con amor. Seguir lo que es bueno, porque el que hace el bien, deleitándose
en ellos, es nacido de Dios. Los malhechores pretenden vanamente o se jactan de conocer a Dios. No
sigamos lo que es soberbia, egoísmo y de mala intención, aunque el ejemplo sea dado por personas
de alto rango y poder; seamos seguidores de Dios y andemos en amor según el ejemplo de nuestro
Señor.
Vv. 13, 14. He aquí el carácter de Demetrio. Un nombre en el evangelio o un buen testimonio de
las iglesias es mejor que la honra mundana. Después de todo, de pocos se habla bien después de
todo; y, a veces, es malo que sea así. Felices aquellos cuyo espíritu y conducta los elogian ante Dios
y los hombres. Debemos estar preparados para darles nuestro testimonio; y bueno es cuando los que
elogian, pueden apelar a las conciencias de los que conocen mejor a aquellos que son encomiados.
La conversación personal, juntos, ahorra tiempo y evita problemas, y los errores que surgen de las
cartas; todos los buenos cristianos pueden alegrarse de verse unos a otros. La bendición es, La paz
sea contigo; toda la dicha sea contigo. Muy bien pueden saludarse unos a otros en la tierra los que
esperan vivir juntos en el cielo. Juntándose con cristianos e imitanto el ejemplo de ellos, tendremos
paz interior y viviremos en paz con los hermanos; nuestras comunicaciones con el pueblo del Señor
en la tierra serán gratas y seremos contados con ellos en la gloria eterna.