Vv. 1—3. La religión vuelve los cumplidos en verdaderas expresiones de respeto y amor. Un
discípulo anciano es honorable; un apóstol y líder anciano de los discípulos lo es más. La carta es
para una noble señora cristiana y sus hijos; bueno es que el evangelio se halle entre ellos: algunas
personas nobles reciben el llamado. Las familias tienen que ser animadas y dirigidas en su amor y
deberes hogareños. Los que aman la verdad y la piedad en sí mismos, deben amarla en el prójimo;
los cristianos amaban a esta señora, no por su rango, sino por su santidad. Donde esté de verdad la
religión, se quedará para siempre. —De las Personas divinas de la deidad el apóstol les desea la
gracia, el favor divino y la buena voluntad, la fuente de todas las cosas buenas. Indudablemente es
gracia que la bendición espiritual sea dada a los mortales pecadores. La misericordia y el libre
perdón, porque los que ya son ricos en gracia, necesitan perdón continuo. Paz, tranquilidad de
espíritu, y conciencia limpia, en la reconciliación asegurada con Dios, junto con toda prosperidad
externa que es realmente para siempre: estas son deseadas en verdad y amor