Vv. 12—14. Como los cristianos tienen sus estados propios, tienen sus deberes peculiares; pero
hay preceptos y obediencia que afectan a todos, particularmente el amor mutuo y el desprecio al
mundo. El discípulo sincero más joven es perdonado; la comunión de los santos va acompañada del
perdón de pecados. Los que tienen la permanencia más prolongada en la escuela de Cristo necesitan
aun más consejo e instrucción. Se debe escribir a los padres, y predicarles; nadie es demasiado viejo
para aprender. Pero esto vale especialmente para los jóvenes en Cristo Jesús, aunque hayan
alcanzado fortaleza de espíritu y sano sentido, hayan resistido exitosamente las primeras pruebas y
tentaciones, hayan roto con las malas costumbres y relaciones, y hayan entrado por la puerta estrecha
de la conversión verdadera. —Se vuelve a dirigir a los diferentes grupos de cristianos. Los niños en
Cristo saben que Dios es su Padre: esa es su sabiduría. Los creyentes avanzados que conocen a
Aquel que fue desde el comienzo, antes que este mundo fuese hecho, muy bien pueden ser guiados
por eso a renunciar a este mundo. —La gloria de las personas jóvenes será la fortaleza en Cristo y en
su gracia. Ellos vencen al maligno por la palabra de Dios.