Vv. 1-10. Hablar mal es señal de maldad y engaño en el corazón y estorba nuestro provecho por la
palabra de Dios. La vida nueva necesita un alimento idóneo. Los infantes desean leche y hacen por
ella lo mejor que pueden conforme a su capacidad; así deben ser los deseos del cristiano por la
palabra de Dios. Nuestro Señor Jesucristo es muy misericordioso con nosotros, miserables pecadores
y tiene plenitud de gracia. Pero hasta el mejor de los siervos de Dios en esta vida tiene sólo un
anticipo de las consolaciones de Dios. —Cristo es llamado Piedra para enseñar a sus siervos que Él
es la protección y la seguridad de ellos, el fundamento sobre el cual son edificados. Él es precioso en
la excelencia de su naturaleza, la dignidad de su oficio, y la gloria de sus servicios. Todos los
creyentes verdaderos son un sacerdocio santo; sagrado para Dios, servicial para los demás, dotados
de dones y gracias celestiales. Pero los sacrificios más espirituales de lo mejor en oración y alabanza,
no son aceptables sino por medio de Jesucristo. —Él es la piedra del ángulo que une a todo el
número de creyentes en un templo eterno, y soporta el peso de toda la construcción. Elegido o
escogido para un fundamento que es eterno. Precioso más allá de toda comparación por todo lo que
pueda tener valor. Ser edificado en Cristo significa creer en Él; pero en esto se engañan muchos a sí
mismos, no consideran lo que es, ni la necesidad de participar de la salvación que Él ha obrado.
Aunque la estructura del mundo se estuviera cayendo a pedazos, el hombre que está edificado sobre
este fundamento puede oírlo sin temer. Él no será confundido. El alma creyente se apresura a ir a
Cristo, pero nunca encuentra causa para apresurarse a huir de Él. —Todos los cristianos verdaderos
son linaje escogido; constituyen una familia, un pueblo distinto del mundo: de otro espíritu, principio
y costumbre; que nunca podrían ser si no fueran escogidos en Cristo para ser tales y ser santificados
por su Espíritu. El primer estado de ellos es de grandes tinieblas, pero son sacados de las tinieblas a
un estado de gozo, placer y prosperidad, para que muestren las alabanzas del Señor por la profesión
de Su verdad y su buena conducta. —¡Qué enormes son sus obligaciones con Él, que los ha hecho su
pueblo, y les ha mostrado misericordia! —Estar sin esta misericordia es un estado espantoso, aunque
el hombre tenga todos los placeres mundanales. Nada hay que obre el arrepentimiento tan bien como
el pensamientos correcto acerca de la misericordia y el amor de Dios. No nos atrevamos a abusar ni
a afrentar la libre gracia de Dios si queremos ser salvados por ella; pero todos los que quieran ser
contados entre los que obtienen misericordia anden como su pueblo.