Vv. 5—9. El deber de los siervos está resumido en una palabra: obediencia. Los siervos de antes
por lo general eran esclavos. Los apóstoles tenían que enseñar sus deberes a los amos y a los siervos,
porque haciendo esto aminorarían los males hasta que la esclavitud llegara a su fin por la influencia
del cristianismo. Los siervos tienen que reverenciar a los que están por encima de ellos. Tienen que
ser sinceros; no deben pretender obediencia cuando quieren desobedecer, sino sirviendo fielmente.
Deben servir a sus amos no sólo cuando éstos los ven; pero deben ser estrictos para cumplir con su
deber cuando están ausentes o no los ven. La consideración constante del Señor Jesucristo hará fieles
y sinceros a los hombres de toda posición, no a regañadientes ni por coerción, sino por un principio
de amor a sus amos y a sus intereses. Esto les hace fácil servir, agrada a sus amos, y es aceptable
para el Señor Cristo. Dios recompensará hasta lo más mínimo que se haya hecho por sentido del
deber, y con la mira de glorificarlo a Él. —He aquí el deber de los amos. Actuad de la misma
manera. Sed justos con vuestros siervos según como esperáis que ellos sean con vosotros; mostrad la
misma buena voluntad e interés por ellos y tened cuidado, para ser aprobado delante de Dios. No
seáis tiránicos ni opresores. Vosotros tenéis un Amo al cual obedecer y vosotros y ellos no son sino
consiervos respecto a Cristo Jesús. Si los amos y los siervos consideraran sus deberes para con Dios,
y la cuenta que deben rendirle dentro de poco tiempo, se preocuparían más de sus deberes mutuos y,
de ese modo, las familias serían más ordenadas y felices.