Vv. 12—15. Los corazones orgullosos, vanos y carnales se contentan precisamente con tanta
religión como la que les ayude a simular en buena forma. Pero el apóstol profesa su propia fe,
esperanza y gozo, y que su gloria principal está en la cruz de Cristo. Por la cual se significan aquí sus
sufrimientos y muerte en la cruz, la doctrina de la salvación por el Redentor crucificado. Por Cristo,
o por la cruz de Cristo, el mundo es crucificado para el creyente y él para el mundo. Mientras más
consideremos los sufrimientos del Redentor de parte del mundo, menos probable es que amemos al
mundo. Al apóstol lo afectaban tan poco sus encantos como el espectador lo sería por cualquier cosa
que fuese graciosa en la cara de una persona crucificada, cuando la contempla ennegrecida en las
agonías de la muerte. Él no era más afectado por los objetos que le rodeaban como alguien que
expira fuera afectado con alguna de las perspectivas que sus ojos moribundos pudieran ver desde la
cruz de la cual cuelga. Y en cuanto a aquellos que han creído verdaderamente en Cristo Jesús, todas
las cosas les son contadas como supremamente inválidas comparadas con Él. Hay una nueva
creación: las viejas cosas pasaron, he aquí los nuevos puntos de vista y las nuevas disposiciones son
traídas bajo las influencia regeneradoras de Dios Espíritu Santo. Los creyentes son llevados a un
nuevo mundo, y siendo creados en Cristo Jesús para nuevas obras, son formados para una vida de
santidad. Es un cambio de mentalidad y corazón por el cual somos capacitados para creer en el Señor
Jesús y vivir para Dios; y donde falte esta religión interior práctica, las profesiones o los nombres
externos nunca la reemplazarán.
Vv. 16—18. Una nueva creación a imagen de Cristo que demuestra fe en Él es la distinción más
grande entre uno y otro hombre y una bendición declarada a todos los que andan conforme a esta
regla. Las bendiciones son paz y misericordia. Paz con Dios y nuestra conciencia, y todos los
consuelos de esta vida en la medida que sean necesarios. Y la misericordia, el interés en el amor y
favor gratuitos de Dios en Cristo, el manantial y la fuente de todas las demás bendiciones. —La
palabra escrita de Dios es la regla por la que tenemos que guiarnos, tanto por sus preceptos como por
sus doctrinas. Que Su gracia esté siempre con nuestro espíritu, para santificarnos, vivificarnos y
alegrarnos y que siempre nosotros estemos listos para sostener el honor de Aquel que
indudablemente es nuestra vida. El apóstol tenía en su cuerpo las marcas del Señor Jesús, las
cicatrices de las heridas infligidas por los enemigos perseguidores porque él se aferraba a Cristo y a
la doctrina del evangelio. —El apóstol trata de hermanos suyos a los gálatas, mostrando con ellos su
humildad y su tierno afecto por ellos, y se va con una oración muy seria pidiendo que ellos disfruten
del favor de Cristo Jesús en sus efectos a la vez que en sus pruebas. No tenemos que desear más que
la gracia de nuestro Señor Jesucristo para hacernos felices. El apóstol no ora que la ley de Moisés o
la justicia de las obras sea con ellos sino que la gracia de Cristo sea con ellos; para que pueda estar
en sus corazones y con sus espíritus, reviviéndoles, consolándoles y fortaleciéndoles: a todo lo cual
pone su Amén; con ello significando su deseo de que así sea, y su fe en que así será.