Vv. 1—7. El apóstol trata claramente con los que querían imponer la ley de Moisés junto con el
evangelio de Cristo, proponiéndose sujetar a los creyentes a su esclavitud. No podían entender
plenamente el significado de la ley dada por Moisés. Como esa era una dispensación de tinieblas, era
de esclavitud; ellos estaban atados a tantos ritos y observancias fatigosas, por los que se les
enseñaba, y se les mantenía sujetos, como niño a tutores y curadores. —Bajo la dispensación del
evangelio aprendemos el estado más feliz de los cristianos. Nótese en estos versículos las maravillas
del amor y la misericordia divina, particularmente de Dios Padre al enviar a su Hijo al mundo para
redimir y salvarnos; del Hijo de Dios al someterse a tanta bajeza y sufrir tanto por nosotros; y del
Espíritu Santo al condescender a habitar en los corazones de los creyentes para tales propósitos de
gracia. Además, las ventajas que disfrutan los cristianos bajo el evangelio. Aunque por naturaleza
hijos de ira y desobediencia, ellos llegan a ser por gracia hijos del amor y participan de la naturaleza
de los hijos de Dios; porque Él hará que todos sus hijos se le parezcan. El hijo mayor es el heredero
entre los hombres; pero todos los hijos de Dios tendrán la herencia de los primogénitos. Que el
temperamento y la conducta de los hijos muestre para siempre nuestra adopción y que el Espíritu
Santo testifique a nuestros espíritus que somos hijos y herederos de Dios.