Vv. 6—9. Los que desean establecer cualquier otro camino al cielo fuera del que revela el
evangelio de Cristo, se hallarán miserablemente errados. El apóstol imprime a los gálatas la debida
sensación de su culpa por abandonar el camino de la justificación según el evangelio, aunque la
reprensión la hace con ternura y los retrata como arrastrados a eso por las artes de algunos que los
perturbaban. Debemos ser fieles cuando reprendemos a otros, y dedicarnos, no obstante, a
restaurarlos con el espíritu de mansedumbre. —Algunos desean instalar las obras de la ley en el
lugar de la justicia de Cristo, y de este modo, corrompen el cristianismo. El apóstol denuncia con
solemnidad, por maldito, a todo aquel que intente poner un fundamento tan falso. Todos los demás
evangelios, fuera del de la gracia de Cristo, sean más halagadores para el orgullo de la justicia
propia, o más favorables para las lujurias mundanas, son invenciones de Satanás. Mientras
declaremos que rechazar la ley moral como regla de vida tiende a deshonrar a Cristo, y a destruir la
religión verdadera, debemos también declarar que toda dependencia de las buenas obras para la
justificación, sean reales o imaginarias, es igualmente fatal para los que persisten en ellas. Mientras
seamos celosos de las buenas obras tengamos cuidado de no ponerlas en el lugar de la justicia de
Cristo, y no proponer ninguna cosa que pudiera traicionar al prójimo con un engaño tan horrendo.