Vv. 1—4. Los judíos edificaron sobre un fundamento falso y no quisieron ir a Cristo para recibir la
salvación gratuita por fe, y son muchos los que en cada época hacen lo mismo en diversas formas.
La severidad de la ley demostró a los hombres su necesidad de salvación por gracia por medio de la
fe. Las ceremonias eran una sombra de Cristo que cumple la justicia y carga con la maldición de la
ley. Así que aun bajo la ley, todos los que fueron justificados ante Dios, obtuvieron esa bendición
por la fe, por la cual fueron hechos partícipes de la perfecta justicia del Redentor prometido. La ley
no es destruida ni frustrada la intención del Legislador, pero habiendo dado la muerte de Cristo la
satisfacción plena por nuestra violación de la ley, se alcanza la finalidad. Esto es, Cristo cumplió
toda la ley, por tanto, quien cree en Él, es contado justo ante Dios como si él mismo hubiese
cumplido toda la ley. Los pecadores nunca se diluyen en vanas fantasías de su propia justicia si
conocieron la justicia de Dios como Rey o su rectitud como Salvador.