Comentario de Matthew Henry | Juan 18:1-12 | 0 | 1144
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Comentario Juan 18: 1-12. Cristo detenido en un huerto. - Juan 18:1-12

Estudio Biblico

Vv. 1—12. El pecado empezó en el huerto de Edén, allí se pronunció la maldición, allí se prometió
el Redentor; y en un huerto esa Simiente prometida entró en conflicto con la serpiente antigua.
Cristo fue sepultado también en un huerto. Entonces, cuando paseemos por nuestros huertos,
meditemos en los sufrimientos de Cristo en un huerto. —Nuestro Señor Jesús, sabiendo todas las
cosas que le sobrevendrían, se adelantó y preguntó, ¿a quién buscáis? Cuando el pueblo quiso
obligarlo a llevar una corona, Él se retiró, capítulo vi, 15, pero cuando vinieron a obligarlo a llevar la
cruz, Él se ofreció, porque vino a este mundo a sufrir, y fue al otro mundo a reinar. Él demostró
claramente lo que podría haber hecho cuando los derribó; pudiera haberlos dejado muertos, pero no
lo hizo así. Debe de haber sido el efecto del poder divino que los oficiales y los soldados dejaran que
los discípulos se fueran tranquilamente después de la resistencia que ofrecieron. —Cristo nos da el
ejemplo de mansedumbre en los sufrimientos y la pauta del sometimiento a la voluntad de Dios en
toda cosa que nos concierna. —Es solo la copa, cosa de poca monta. Es la copa que nos es dada; los
sufrimientos son dádivas. Nos es dada por el Padre que tiene la autoridad de padre y no nos hace
mal; el afecto de un padre, y no tiene intención de herirnos. Del ejemplo de nuestro Salvador
debemos aprender a recibir nuestras aflicciones más ligeras y preguntarnos si debemos resistir la
voluntad de nuestro Padre o desconfiar de su amor. —Estamos atados con la cuerda de nuestras
iniquidades, con el yugo de nuestras transgresiones. Cristo, hecho ofrenda del pecado por nosotros,
para librarnos de esas ataduras, se sometió a ser atado por nosotros. Debemos nuestra libertad a sus
ataduras: así el Hijo nos hace libres.

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PASAJE BIBLICO

Juan 18
18:1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.

18:2 Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos.

18:3 Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas.

18:4 Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?

18:5 Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.

18:6 Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.

18:7 Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno.

18:8 Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos;

18:9 para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.

18:10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.

18:11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?

18:12 Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron,

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