Vv. 1—6. Nuestro Señor Jesús al dar a sus discípulos la noticia de tribulaciones se propuso que el
terror no fuera una sorpresa para ellos. Puede que los enemigos reales, que están al servicio de Dios,
finjan celo por éste, lo que no aminora el pecado de los perseguidores; las villanías nunca cambian
por adosarles el nombre de Dios. Como Jesús en sus sufrimientos, asimismo sus seguidores en los
suyos deben mirar al cumplimiento de la Escritura. No se los dijo antes, porque estaba con ellos para
enseñarles, guiarlos y consolarlos; entonces ellos no necesitaban esta promesa de la presencia del
Espíritu Santo. —Nos silencia preguntarnos ¿de dónde vienen los problemas? Nos satisfará
preguntarnos, ¿adónde van? Porque sabemos que obran para bien. Falta y necedad comunes de los
cristianos tristes es mirar sólo el lado oscuro de la nube haciendo oídos sordos a la voz de gozo y
júbilo. Lo que llenó de pena los corazones de los discípulos era un afecto demasiado grande por esta
vida presente. Nada obstaculiza más nuestro gozo en Dios que el amor al mundo, y la tristeza del
mundo que viene con aquel.