Vv. 1—8. Cristo se levantó al tercer día después de su muerte; ese era el tiempo del cual había
hablado frecuentemente. El primer día de la primera semana Dios mandó que de las tinieblas brillara
la luz. En este día el que es la Luz del mundo, salió resplandeciendo desde las tinieblas de la tumba;
y este día es, desde entonces, mencionado a menudo en el Nuevo Testamento como el día en que los
cristianos celebraron religiosamente asambleas solemnes para honrar a Cristo. —Nuestro Señor
Jesús podría haber quitado la piedra por su poder, pero optó por hacerlo por medio de un ángel. —La
resurrección de Cristo es el gozo de sus amigos y el terror y la confusión de sus enemigos. El ángel
exhorta a las mujeres contra sus temores. Los pecadores de Sion teman. No temáis porque sut
resurrección será vuestro consuelo. Nuestra comunión con Él debe ser espiritual, por fe en su
palabra. Cuando estemos listos para hacer de este mundo nuestro hogar, y a decir, es bueno estar
aquí, recordemos entonces que nuestro Señor Jesús no está aquí, Ha resucitado; por tanto, que
nuestros corazones se eleven, y busquen las cosas de arriba. —Ha resucitado, como dijo. Nunca
pensemos que es raro lo que la palabra de Cristo nos ha dicho que esperemos; sean los sufrimientos
de este tiempo presente o la gloria que va a ser revelada. Puede tener buen efecto en nosotros mirar
por fe el lugar donde yace el Señor. —Id pronto. Fue bueno estar ahí, pero los siervos de Dios tienen
asignada otra obra. La utilidad pública tiene prioridad sobre el placer de la comunión secreta con
Dios. Decid a los discípulos que ellos pueden ser consolados en sus tristezas. —Cristo sabe donde
habitan sus discípulos y los visitará. Él se manifestará, por gracia, aun a aquellos que están lejos de
la abundancia de los medios de gracia. —El temor y el gozo unidos aceleraron su paso. Los
discípulos de Cristo deben ser estimulados a darse a conocer mutuamente sus experiencias de
comunión con su Señor, y deben contar a los demás lo que Dios ha hecho por sus almas.