Vv. 22—33. No son seguidores de Cristo los que no pueden disfrutar el estar a solas con Dios y
sus corazones. En ocasiones especiales, y cuando hallamos ensanchados nuestros corazones, es
bueno continuar orando secretamente por largo tiempo, y derramar nuestros corazones ante el Señor.
—No es cosa nueva para los discípulos de Cristo toparse con tormentas en el camino del deber, pero,
por eso Él se muestra con más gracia a ellos y a favor de ellos. Él puede tomar el camino que le
plazca para salvar a su pueblo. Pero hasta las apariencias de liberación ocasionan a veces problemas
y perplejidad al pueblo de Dios por los errores que tienen acerca de Cristo. Nada debiera asustar a
los que tienen a Cristo junto a ellos y que saben que es suyo; ni la misma muerte. —Pedro caminó
sobre el agua, no por diversión ni por jactancia, sino para ir a Jesús, y en eso fue sostenido
maravillosamente. Se promete sustento especial, y deben esperarse, pero sólo en las empresas
espirituales; tampoco podemos siquiera ir a Jesús a menos que seamos sostenidos por su poder.
Cristo le dijo a Pedro que fuera a Él, no sólo para que pudiera andar sobre el agua, y así conocer el
poder de su Señor, sino para que conociera su propia debilidad. A menudo el Señor permite que Sus
siervos tengan lo que eligen, para humillarlos y probarlos, y para mostrar la grandeza de su poder y
su gracia. —Cuando dejamos de mirar a Cristo para mirar la grandeza de las dificultades que se nos
oponen, empezamos a desfallecer, pero cuando le invocamos, Él extiende su brazo y nos salva.
Cristo es el gran Salvador; quienes serán salvados deben ir a Él y clamar pidiendo salvación; nunca
somos llevados a este punto, sino hasta que nos hallamos zozobrando: el sentido de la necesidad nos
lleva a Él. —Reprendió a Pedro. Si pudiéramos creer más, sufriríamos menos. La debilidad de la fe y
el predominio de nuestras dudas, desagradan a nuestro Señor Jesús, porque no hay buena razón para
que los discípulos de Cristo tengan dudas. Aun en un día tempestuoso, Él es para ellos una ayuda
muy presente. —Nadie sino el Creador del mundo podía multiplicar los panes, nadie sino su
Gobernador podría andar sobre las aguas del mar: los discípulos se rindieron a la evidencia y
confesaron su fe. Ellos fueron apropiadamente afectados y adoraron a Cristo. El que va a Dios debe
creer; y el que cree en Dios, irá a Él, Hebreos xi, 6.