V. 1. Nuestro divino Redentor nunca se cansó de su obra de amor; y nosotros no debemos agotarnos
de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no desfallecemos.
Vv. 2—6. Algunos piensan que Juan envió a preguntar esto para su satisfacción. Donde hay
verdadera fe, puede aún haber una mezcla de duda. La incredulidad remanente en los hombres
buenos puede, en la hora de tentación, cuestionar a veces las verdades más importantes. Pero
esperamos que la fe de Juan no fallara en este asunto, y que él sólo deseara verla fortalecida y
confirmada. Otros piensan que Juan envió a sus discípulos a Cristo para satisfacción de ellos. —
Cristo les señala lo que han oído y visto. La condescendencia y la compasión de la gracia de Cristo
por los pobres muestran que Él era quien debía traer al mundo las tiernas misericordias de nuestro
Dios. —Las cosas que los hombres ven y oyen, comparadas con las Escrituras, dirigen el camino en
que se debe hallar la salvación. Cuesta vencer prejuicios, y peligroso es no vencerlos, pero los que
creen en Cristo, verán que su fe será hallada mucho más para la alabanza, honra y gloria.