Vv. 3—9. En la correcta ejecución de las ordenanzas levíticas, los misterios del mundo espiritual
son representados por los objetos naturales correspondientes. En sus ritos se exhiben sucesos futuros.
Sin esto, todo el conjunto parecerá un ceremonial sin sentido. —¿Hay en estas cosas un tipo de los
sufrimientos del Hijo de Dios, que iba a ser un sacrificio por los pecados de todo el mundo? Quemar
el cuerpo de un animal solo era una débil representación de la miseria eterna, que todos merecemos,
y que nuestro bendito Señor llevó en su cuerpo y en su alma, cuando murió bajo la carga de nuestras
iniquidades. — Obsérvese: —1. La bestia que se ofrendaba debía ser sin defecto. Esto significaba la
fuerza y pureza que había en Cristo y la vida santa que debe haber en su pueblo. —2. El propietario
debía ofrecerlo por propia y libre voluntad. Lo que se hace en la religión para agradar a Dios debe
hacerse por amor. Cristo se ofrendó voluntariamente por nosotros. —3. Debía ofrecerse en la puerta
del tabernáculo donde estaba el altar de bronce del holocausto, que santificaba la dádiva: debía
ofrecerlo en la puerta como quien es indigno de entrar y reconociendo que un pecador no puede
tener comunión con Dios, sino por el sacrificio. —4. El ofrendante debía poner su mano sobre la
cabeza de la ofrenda significando con ello su deseo y esperanza de ser aceptado, de su parte, como
expiación por él. —5. El sacrificio tenía que ser muerto delante el Señor, en forma ordenada y para
honrar a Dios. Significaba también que en el cristiano debe ser crucificada la carne con sus afectos
corruptos y sus concupiscencias. —6. Los sacerdotes tenían que rociar la sangre sobre el altar;
puesto que la sangre es la vida, es ella la que hace expiación. Esto representa la pacificación y
purificación de nuestra conciencia, por medio del rociamiento de la sangre de Jesucristo sobre ella,
por fe. —7. El animal tenía que ser partido en varios pedazos y, luego, ser quemado sobre el altar.
La quema del sacrificio representa los agudos sufrimientos de Cristo y el afecto devoto con que,
como fuego santo, el cristiano debe ofrecerse completamente, espíritu, alma y cuerpo a Dios. —8. Se
dice que esto era una ofrenda de olor grato. Como acto de obediencia a un mandato divino, y como
tipo de Cristo, era agradable a Dios; los sacrificios espirituales de los creyentes son aceptables para
Dios por medio de Cristo, 1 Pedro ii, 5.