Vv. 5—9. Como señal abierta de su presencia y manifestación de su gloria, el Señor descendió
en una nube y, desde allí proclamó su Nombre; esto es, las perfecciones y el carácter denotados por
el nombre Jehová. El Señor Dios es misericordioso: pronto para perdonar al pecador y socorrer al
necesitado. Piadoso: bueno y dispuesto a conceder beneficios inmerecidos. Tardo para la ira,: es
longánime, concede tiempo para el arrepentimiento, y sólo castiga cuando es necesario. Él es grande
en misericordia y verdad: hasta los pecadores reciben en abundancia las riquezas de su
magnificencia aunque abusen de ella. Todo lo que Él revela es verdad infalible, todo lo que promete
lo hace con fidelidad. Que guarda misericordia a millares: continuamente Él muestra misericordia a
los pecadores hasta el fin del tiempo, y tiene tesoros que no se pueden agotar. Que perdona la
iniquidad, la rebelión y el pecado: su misericordia y bondad llegan al perdón pleno y gratuito del
pecado. Y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado: la santidad y justicia de Dios son
parte de su piedad y amor para con todas sus criaturas. En los sufrimientos de Cristo se muestra la
santidad y justicia Divina plenamente, y se da a conocer la maldad del pecado. La misericordia de
Dios que perdona siempre va acompañada de su gracia que convierte y santifica. Nadie tiene perdón
sino los que se arrepienten y abandonan la práctica intencional de todo pecado; ninguno que abuse,
descuide o desprecie esta gran salvación podrá escapar. —Moisés se inclinó y adoró con reverencia.
El creyente puede invocar cualquier perfección del nombre de Dios, para pedirle el perdón de sus
pecados, que sea hecho santo su corazón, y que se extienda el reino del Redentor.