Vv. 3—11. Los primeros cuatro de los diez mandamientos, corrientemente llamados la
PRIMERA tabla, hablan de nuestro deber hacia Dios. Es adecuado que estos se pusieran primero,
porque el hombre tuvo un Hacedor para amar antes de tener a un prójimo para amar. No puede
esperarse que sea veraz con su hermano, aquel que es falso con su Dios. —El primer mandamiento
se refiere al objeto de adoración, JEHOVÁ, y solo a Él. Aquí se prohíbe adorar criaturas pero el
mandamiento alcanza mucho más allá. Aquí se prohíbe amar, desear, deleitarse o esperar algo bueno
de cualquier complacencia pecaminosa. Transgrede este mandamiento todo lo que no sea amor,
gratitud, reverencia o adoración perfecta. Todo lo que hacéis, hacedlo todo para la gloria de Dios. —
El segundo mandamiento se refiere a la adoración que debemos rendir al Señor nuestro Dios. Se
prohíbe hacer imagen o retrato de la Deidad en cualquier forma o propósito; o adorar cualquier
criatura, imagen o cuadro, pero el alcance espiritual de este mandamiento va mucho más allá. Aquí
se prohíbe toda clase de superstición y el empleo de inventos puramente humanos para la adoración
de Dios. —El tercer mandamiento se refiere a la manera de adorar, que sea con toda la reverencia y
seriedad posible. Se prohíben los votos falsos. Toda liviana alusión a Dios, toda maldición profana
es una horrenda transgresión de este mandamiento. No importa si se usan las palabras con o sin
sentido. Toda broma profana con la palabra de Dios o con las cosas sagradas y todas las cosas
semejantes violan este mandamiento y no hay provecho, honra ni placer en ellas. El Señor no dará
por inocente a quien toma su nombre en vano. —La forma del cuarto mandamiento, “Acuérdate”,
demuestra que aquí no es la primera vez que se da, sino que era conocido antes por el pueblo. Un día
de cada siete debe ser santificado. Seis días se dedican a los asuntos del mundo, pero no como para
descuidar el servicio de Dios y el cuidado de nuestras almas. En esos días debemos hacer todo
nuestro trabajo, sin dejar nada por hacer para el día de reposo. Cristo permitió los trabajos
inevitables, y las obras de caridad y piedad; porque el día de reposo fue hecho para el hombre y no el
hombre para el día de reposo, Marcos ii, 27; pero están prohibidos todos los trabajos superfluos,
vanidosos, o darse el gusto en cualquier forma. Comerciar, pagar salarios, arreglar cuentas, escribir
cartas de negocio, estudios seculares, visitas superfluas, viajes o conversaciones livianas, no guardan
santo este día para el Señor. La pereza e indolencia pueden ser un reposo carnal, pero no santo. El
día de reposo para el Señor debe ser un día de descanso del trabajo secular, para reposar en el
servicio de Dios. Las ventajas de la debida observancia de este día santo, aunque solamente fueran
por la salud y la felicidad de la humanidad, más el tiempo que otorga para el cuidado del alma,
muestran la excelencia de este mandamiento. El día es bendito; los hombres son bendecidos por él y
en él. La bendición y la orden de guardarlo santo no se limitan a un séptimo día sino que se dicen del
día de reposo.