Estudio Biblico
Cuenta los escritores bíblicos que Dios hizo los cielos y la tierra, luego hizo al ser humano: Hombre y Mujer, cuando los creo, los hizo buenos en gran manera, pero ellos tomaron la decisión de vivir de acuerdo a sus propios conceptos de vida, ello los llevo a regirse por las palabras del enemigo de Dios: Satanás, y a partir de ese momento lo que era bueno y bueno en gran manera dejo de ser así…
Lo primero que paso fue que el ser humano rompió la relación con Dios, luego el hombre vio como enemiga a la mujer al verla como culpable de sus errores y después se dañó la relación de ellos con la naturaleza. Esto hizo que Dios, el mismo que lo había hecho todo bueno, por amor; en su entrañable misericordia trajera una promesa a la humanidad:
Y esta vino por medio de Abraham, a él le prometió que a través de su descendencia traería un Salvador para toda la humanidad, y que por medio de él todo se restauraría nuevamente. Podrían reconciliarse con Dios y sería posible que los seres humanos pudieran vivir sirviendo de manera santa en su moralidad y de manera justa en su forma de relacionarse; lo cual haría que vivieran en paz entre ellos y con la naturaleza. Esta historia se va cumpliendo con la vida de Zacarías y Elizabet, a quienes Dios les anuncio que los visitaría trayéndoles un hijo que prepararía el camino al Salvador que le prometió a Abraham.
Esta historia bíblica nos cuenta que Dios, en el cual crees, es el Dios que tuvo gran misericordia con Elizabet, al darle un hijo en medio de su esterilidad y vejez. Que tuvo misericordia con el pueblo de Israel al cumplirle en el Salvador la promesa de hacerlos libres para que pudieran servirle. Y es el mismo Dios, que por amor, en su entrañable misericordia con toda la humanidad también nos trajo a Jesucristo, que, como el sol que alumbra el nuevo día, viene a alumbrar nuestras vidas.
Y que quiere alumbrarlas, enseñándonos que la salvación para nuestras vidas viene al arrepentirnos delante de él y que por medio de su sacrificio en la cruz nos perdona y nos limpia de toda maldad.
1:58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.
1:59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías;
1:60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan.
1:61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.
1:62 Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar.
1:63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
1:64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios.
1:65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas.
1:66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.
1:67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:
1:68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,
1:69 Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,
1:70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;
1:71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;
1:72 Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto;
1:73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder
1:74 Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos
1:75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.
1:76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;
1:77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados,
1:78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,
1:79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.
1:80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.