Vv. 31—36. Cuando Satanás ha enseñado a los hombres a cometer un pecado, les enseña a tratar
de ocultarlo con otro, a esconder el robo y el homicidio con mentiras y juramentos falsos: pero el
que encubre su pecado no prosperará. Los hermanos de José ocultaron el suyo y lo hicieron
mutuamente por un tiempo, pero su villanía salió a la luz finalmente, y aquí quedó publicada para el
mundo. —Para apesadumbrar a su padre le mandaron la túnica de colores de José y al ver la túnica
ensangrentada él pensó inmediatamente que José había sido despedazado. Que quienes conozcan el
corazón de un padre imaginen la agonía del pobre Jacob. Con toda bajeza sus hijos fingieron
consolarlo, pero todos eran consoladores miserables e hipócritas. Si realmente hubieran deseado
consolarlo, lo hubieran podido hacer de una vez diciéndole la verdad. El corazón es extrañamente
endurecido por el engaño del pecado. —Jacob se negó a ser consolado. El gran afecto hacia una
criatura prepara para una gran aflicción o nos amarga cuando nos es quitada: el amor indebido
termina corrientemente en pena indebida. —Sabiduría de los padres es no criar a sus hijos con
delicadeza, pues no saben qué dificultades pueden encontrar antes de morir. —De todo este capítulo
vemos con asombro los caminos de la providencia. ¡Pareciera que los malos hermanos se salieron
con la suya; los mercaderes, a los que no les importa con qué comercian con tal de ganar, también
han conseguido lo suyo; y Potifar, también ha logrado lo suyo, teniendo un excelente y joven
esclavo! Pero los designios de Dios, por estos medios, están listos para ser ejecutados. Ese suceso
terminará en el descenso de Israel a Egipto; y eso termina en que son liberados por Moisés; eso, en
establecer la religión verdadera en el mundo y, en su difusión a todas las naciones por medio del
evangelio. Así, pues, la ira del hombre alabará al Señor y Él reprimirá el resto de la ira.