Vv. 10—15. La conducta de Jacob hasta ahora, según el relato, no era la de alguien que
simplemente tiene temor de Dios y confia en Él. Pero ahora, con problemas, obligado a huir, sólo
buscó a Dios para que le permita estar a salvo y poder acostarse a dormir a la intemperie con su
cabeza sobre una piedra. Todo creyente verdadero debe estar dispuesto a arreglarse con la almohada
de Jacob, supuesto que pueda tener la visión de Jacob. El tiempo de Dios para visitar a su gente con
sus consolaciones es cuando están completamente privados de otros consuelos y de otros
consoladores. —Jacob vio una escalera que iba de la tierra al cielo, los ángeles subiendo y bajando
por ella y al mismo Dios en lo alto de ella. Esto representa: —1. La providencia de Dios, por la cual
se mantiene un intercambio constante entre el cielo y la tierra. Esto hace saber a Jacob que él tenía a
la vez un buen guía y un buen guardián. —2. La mediación de Cristo. Él es esta escalera; el pie en la
tierra es su naturaleza humana; lo alto en el cielo es su naturaleza divina. Cristo es el Camino; todos
los favores de Dios vienen a nosotros y todos nuestros servicios van a Él por Cristo, Juan i, 51. Por
este camino los pecadores se acercan al trono de la gracia con aceptación. Por fe vemos este camino
y, en oración, nos acercamos a él. En respuesta a la oración recibimos todas las necesarias
bendiciones de la providencia y la gracia. No tenemos camino para llegar al cielo sino por Cristo.
Cuando el alma, por fe, puede ver estas cosas, entonces, todo lugar se volverá agradable y toda
perspectiva, gozosa. Él nunca nos dejará hasta que su última promesa sea cumplida para nuestra
felicidad eterna. —Dios habló ahora consoladoramente a Jacob. Le habló desde lo alto de la escalera.
Todas las felices nuevas que recibimos del cielo vienen por medio de Jesucristo. El Mesías debía
venir de Jacob. Cristo es la gran bendición del mundo. Todos los que son bendecidos, son
bendecidos en Él, y nadie, de ninguna familia queda fuera de la bendición en Él sino aquellos que se
excluyen a sí mismos. Jacob tenía que temer el peligro de su hermano Esaú, pero Dios promete
guardarle. Él tenía un largo viaje por delante a un país desconocido pero, “He aquí, yo estoy
contigo” y Dios promete traerlo de vuelta a esta tierra. Parecía abandonado por todos sus amigos,
pero Dios le dio esta seguridad, Yo no te dejaré. Dios nunca abandona al que ama.