¿Qué pasa si busco el trabajo equivocado o voy a la universidad equivocada? ¿Qué pasa si me mudo cuando se suponía que debía quedarme? ¿Qué pasa si me uno a la iglesia equivocada o me caso con la persona equivocada?
¿Qué pasa si accidentalmente alteró el plan de Dios para mi vida?
Creo que muchos de nosotros imaginamos la vida cristiana como caminar sobre una cuerda floja. Pensamos que estamos perpetuamente en peligro de desviarnos de la voluntad de Dios. Cualquier movimiento repentino o giro equivocado podría hacernos caer en picada.
Peor aún, podemos temer a las consecuencias serias que Dios tenga escondidas detrás de ciertas puertas si decidimos abrirlas. Tenemos miedo de que nos castigue por tomar la decisión equivocada.
Todo esto surge del deseo de vivir nuestras vidas desde la perspectiva de Dios en lugar de nuestra propia perspectiva finita. Queremos conocer Su plan completo para nuestras vidas, desde la cuna hasta la tumba. Queremos leer detenidamente las páginas de Su libro especial, donde cada uno de nuestros días está registrado con detalles precisos, incluso antes de nacer (Sal 139:16). Queremos hojear las páginas en las que cada uno de nuestros días está registrado con detallada precisión antes de que sucedan (Sal 139:16).
En resumen, queremos ser omniscientes, algo que, por supuesto, no somos. En realidad, es una buena noticia que Dios nos haya dado mentes finitas y un conocimiento limitado sobre nuestro futuro, porque nos permite experimentar Su misericordia y Su gracia.
La vida cristiana no es una cuerda floja. La vida es un camino muy ancho e indulgente.
Margen amplio para el error humano
En español, decimos que algo es indulgente si permite contratiempos, errores o equivocaciones. Puede referirse a un asiento de bicicleta como indulgente si evita que cada golpe se sienta. La gente dice que el negro es un color indulgente debido a la forma en que enmascara las imperfecciones físicas.
Por otra parte, podemos describir la voluntad de Dios como indulgente. Como oraba el salmista, «Ensanchas mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado» (Sal 18:36) y «Por el camino de Tus mandamientos correré, porque Tú ensancharás mi corazón» (Sal 119:32). El Señor no nos ha puesto en la cuerda floja. En cambio, Él nos ha dado un lugar amplio para caminar, un lugar donde damos pasos con confianza y nuestros tobillos no están en constante peligro de doblarse.
Ejercemos la libertad cristiana en la amplitud de Su misericordia (Gá 5:1). Vivimos con sabiduría cristiana bajo la mirada atenta de Su gracia. Lo que nos mantiene en el camino no es nuestra capacidad de leer la mente de Dios, sino Su capacidad de guiarnos a pesar de nuestros intentos débiles. Nuestros pecados no pueden desbaratar Sus planes. Nuestras malas decisiones no pueden alterar nuestro destino. Ya que, en esos momentos, Él ha ordenado Su perdón para mantenernos en el camino.
Sí, todos nosotros, como ovejas, nos hemos extraviado (Is 53:6) y las ovejas tienden a extraviarse si no tienen cuidado. La misericordia y la gracia de Cristo no son una licencia para pecar o para ir en búsqueda de nuestros propios deseos egoístas. No, como rebaño de Dios, caminamos por un lugar amplio siguiendo la voz del Pastor (Jn 10:27).
Biblia + Comunidad = Decisiones sabias
Me sorprende cómo muchos de los cristianos que se preocupan por la voluntad de Dios para su vida son los mismos que no leen sus Biblias ni se comprometen con una iglesia. ¡Por supuesto que tienen miedo! No están escuchando la voz del Pastor en Su Palabra. Se están aislando de Su rebaño (Pr 18:1).
Mientras recorremos los caminos amplios, el Pastor continúa llamándonos a seguirlo mientras leemos la Biblia. Mientras buscamos glorificar a Dios en nuestras decisiones cotidianas, los hermanos y hermanas de nuestras iglesias nos ayudan a no extraviarnos.
No temas, ovejita. No hay decisión que puedas tomar que pueda arrancarte de la mano omnipotente de Cristo (Jn 10:27-29).
CHAD ASHBY